El viernes pasado me fui, tras un largo viaje en coche, a tomar un café al
bar de siempre. Tenía la televisión encendida, con las noticias.
Avisaron que en breve el Ministro
de Hacienda haría una declaración pública. Me sorprendió la solemnidad del
anuncio de Moncloa.
A los pocos minutos conectaron
con Palacio, una sala abarrotada de periodistas, también medios
internacionales. Entró pausadamente Cristóbal Montoro, y se acercó al micrófono
con solemnidad:
"El Gobierno no va a
permitir que ninguna empresa quiebre. La quiebra de una empresa es la quiebra
de España, y no vamos a dejar que pase. Buscaremos los mecanismos..."
Caras de afirmación de los
presentes, que se daban cuenta del alcance de esas palabras: El Gobierno
respaldando la economía del país, con firmeza, ligando su futuro a la creación
de negocio...
Pero de repente el Ministro hizo
una pausa. El silencio se cortaba.
"Me van a permitir que
cambie mi declaración, con un matiz que tanto para mí como para todos los
ministros es muy importante: El Gobierno no va a permitir que haya ningún parado más. El drama de un nuevo parado es el drama de España, y no vamos a dejar que pase. Buscaremos los mecanismos..."
La solemnidad se transformó en emoción para todos los presentes: Nuestros dirigentes como una piña detrás de cada parado, para que sienta que todo el Gobierno, toda España, le respalda en su lucha diaria.
La solemnidad se transformó en emoción para todos los presentes: Nuestros dirigentes como una piña detrás de cada parado, para que sienta que todo el Gobierno, toda España, le respalda en su lucha diaria.
Los periodistas comenzaron a
aplaudir... Y yo también en el bar: plas, plas,
¡PLAS! ¿Eh? ¿Cómo? ¿Donde estoy?
- "Jesús, te has quedado
dormido", me dijo el camarero.
- "Ah, sí vaya" Le
respondí volviendo a mirar la televisión.
En ese momento salía el Ministro
de economía diciendo:
"El Gobierno no va a permitir que ninguna Autonomía quiebre. La quiebra de una Autonomía es la quiebra de España, y no vamos a dejar que pase. Buscaremos los mecanismos..."
Vaya, qué pena. Hablaba sólo de las autonomías. Ya lo dijo Calderón de la Barca:
"La vida es sueño, y los sueños sueños son".