Nunca estaremos
en un mundo perfecto, un mundo feliz. Siempre surgen seres incómodos que se
empeñan en aguarnos la fiesta:
Los periódicos españoles decían en algún lugar que no habíamos conseguido tener el derecho de veto de los países importantes. Pero eso a quién le importa…
- De estudiantes
tenemos al profesor, que se empeña en no darnos la gran nota que esperamos.
- Salimos para una
noche inolvidable, y las contrapartes nos recuerdan que no somos los más guapos
del lugar.
- Intentamos salir
adelante con nuestro viejo coche, y la ITV nos lo impide.
¡Qué maravilloso
sería no tener que someternos a esos juicios que nos fastidian!
El viernes tuvo
lugar la tan anunciada cumbre europea. Allí acudieron todos los líderes a
ratificar lo acordado previamente el miércoles por Merkel y Sarkozy. Porque la
cocina europea se ha situado en Berlín y París, no en Bruselas.
Todo estaba siendo
maravilloso:
- Alemania había
conseguido sus intereses, y no se crearían eurobonos, que le hubieran supuesto
avalar la deuda de los demás países; tampoco el Banco Central Europeo, que se
nutre de una buena cantidad de dinero alemán, usaría sus fondos para comprar
esa deuda.
- Francia tenía su
mayor interés en -ya que no podía ser la primera- seguir ocupando la segunda
posición europea. El hecho de haber asistido a la reunión previa con Alemania,
ya le había conseguido su objetivo.
- España pretendía
tener derecho de veto, como lo van a tener Alemania, Francia e Italia; pero eso
no le preocupaba a nadie, porque con decirle que no se acabaría la historia.
Y así se llegó a la
cena del jueves por la noche. Ambiente de gran cordialidad. Sonrisas incluso.
También del Presidente de la Unión Europea, a pesar de que le habían informado
por carta de lo que Merkel y Sarkozy habían decidido que se aprobaría; ni
siquiera una llamada.
Pero de repente…
Apareció. De nuevo el ser incómodo que se empeña en querer aguar la fiesta.
Hacia el postre, con el champán a punto de servirse, se acercan a la vez los
asistentes de Merkel y Sarkozy a sus respectivos jefes.
Les comunican que,
en el corrillo que acaban de tener con el asistente de David Cameron, el Primer
Ministro Británico les ha dicho que su jefe no va a firmar el acuerdo decidido
por Alemania y Francia.
Merkel y Sarkozy
mudan su cara. Cuchichean entre ellos. El jefe de camareros se da cuenta de que
algo pasa y hace un gesto para que retrasen el champán. Dirigen ambos una mirada
amenazadora al pérfido inglés (la misma que en su día dirigieron a Berlusconi y
al griego), como diciendo: “te la estás jugando, os vamos a echar del euro”.
Al día siguiente, en
unas imágenes que posiblemente habrás visto, se cruzaron durante la
cumbre europea Cameron y Sarkozy. Éste ni le dirigió una mirada. Cameron le dio
una palmada en la espalda, como diciendo “ya sabes que Gran Bretaña nunca entró
en el euro, tenemos la libra esterlina”.
Habrá ocasión de
analizar el contenido de los acuerdos que hemos firmado. Pero está claro que la
fiesta se aguó.
Este fin de semana
los periódicos alemanes y franceses disparaban que Gran Bretaña había ido sólo
a defender sus intereses. ¡Cómo no se daba cuenta de que Merkel y Sarkozy
estaban defendiendo a toda Europa!
Los periódicos españoles decían en algún lugar que no habíamos conseguido tener el derecho de veto de los países importantes. Pero eso a quién le importa…