Dejamos ayer a Manuel Tirado
subiendo la cordillera –en mitad de la ventisca– acompañado por el alcalde de su pueblo…
- Sr. Alcalde, yo creo que esto no pinta bien…
- ¿Por qué dices eso, Manuel?
- Bueno, porque se me han congelado tres dedos y casi no puedo respirar…
- Venga, no seas exagerado Manuel, que tampoco están tan mal las cosas.
NO PERCIBIR LA REAL IDAD DE LOS QUE LE RODEAN
Y siguieron subiendo la
escarpada cordillera. El alcalde primero y Manuel detrás. Hasta que ya la
marcha se hizo imposible.
- Mira, Manuel, no te alarmes, pero creo que voy a usar mi GPS de emergencia.
- ¿Y eso qué es, Sr. Alcalde?
- ¿Ves este botón? Lo aprieto y en breve vendrá Hans en su motonieve a
rescatarnos.
- ¡Ah!, pues qué bien, porque la verdad es que ya no podía más.
- Ya llega por allí. Quédate tú aquí, Manuel, que yo me las arreglo mejor con él.
NEGOCIAR SIN TENER EN CUENTA
A LA GENTE
Vuelve el alcalde al cabo de
unos minutos.
- Dame tu cantimplora, Manuel.
- ¿Cómo? ¿Pero no nos lleva Hans con él?
- Hombre, Manuel, en su motonieve sólo cabe él. Pero me ha dicho que nos
cambia la cantimplora por dos abrigos.
- Pero entonces no tendremos más agua para el resto del camino…
- No te creerías que nos iba a ayudar gratis, Manuel. Hay que ver qué
cosas tienes…
PENSAR SÓLO EN EL CORTO PLAZO
Regresa el alcalde con los
dos abrigos….
- Mire, Sr Alcalde, yo me vuelvo al pueblo. Ya no quiero contemplar las vistas
desde la cordillera: Si a mí con el paseíto de siempre me bastaba…
- Pues ya no puede ser, Manuel.
- ¿Cómo? Pero si sólo tenemos que deshacer el camino y ya está…
- A ver, Manuel: el camino está cortado, y ya no hay marcha atrás. Así que
hay que continuar subiendo la cuesta.
NO HABER PREVISTO LAS
CONSECUENCIAS
Y siguieron ascendiendo, en
medio de la ventisca; sin agua.
- ¡Pare, Sr. Alcalde! ¡Dios mío, pero si casi nos caemos por este
precipicio! No hay más camino…
- Vaya, pues eso parece: Qué mala pata.
- ¡¿Y ahora qué hacemos?! No podemos ir marcha atrás, y adelante tenemos un abismo.
- Pues no sé, la verdad, Manuel. Voy a hacer unas llamadas...
NO TENER UN PLAN PROPIO
- Nada, que no responden.
- ¿Y Hans?
- Qué va, él ya está cenando con su familia.
- ¿Y qué hacemos entonces, Sr. Alcalde?
QUITARSE DE ENMEDIO
- Sinceramente, Manuel, es que creo que has tratado de subir algo por
encima de tus posibilidades.
- ¡¿Cómo?! Pero si yo estaba tan tranquilo dando mi paseíto, y usted me metió en esta ascensión que no necesitaba. Y con toda esta equipación que
nunca había tenido.
- Ya, Manuel, pero te podrías haber negado, hombre. No me lo eches en cara.
- Pero si usted es el Alcalde: Yo confiaba en usted…
DEFRAUDAR LA CONFIANZA
Y fue así como Manuel se dio cuenta de su error…
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Ésta es la historia de
Manuel, de Manuel Tirado; por su apellido y el destino.
En el fondo sabía que su
ambición le había perdido. Pero también la confianza. ¿En quién confiaría
ahora?
Y empezó a pensar en lo que
hubieran hecho sus padres y sus abuelos: Los que no dejaron la vereda del río de siempre.
Y con ese pensamiento, sin
darse cuenta, empezó a recorrer el camino de vuelta…