La República no funcionaba, definitivamente era un desastre. Y no podía
dejarse que acabara con un país entero.
Él estaba lejos, pero gozaba de un gran prestigio, así que con el apoyo de
numerosas fuerzas se plantó en la península.
Sabía que no sería una tarea fácil, pero estaba empeñado en poner orden,
frente a sucesivos gobiernos que habían fomentado todo tipo de desmanes, hasta
hacer el país ingobernable.
El apoyo desde el exterior era su clave, especialmente desde Alemania, que
no dejó de apoyarle desde el principio.
No era un líder elegido por el pueblo, pero la propaganda resaltaba el
intercambio que se había producido entre democracia y orden. ¿Preferían el
desorden con votos o el orden de un líder fuerte?
Muchos se preguntaban si ese orden y mejoría no suponía renunciar a los
principios por los que siempre habían luchado. Si la desaparición de la
república democrática no les metería en un pozo de dictadura y dominio
exterior.
Pero al final triunfó, y con él una nueva forma de gobierno: ordenada y sin
abusos. Y de la democracia... Quién se acordaba de la democracia.
Cumplimos tres meses desde el nombramiento (que no elección) de Mario Monti
en Italia. Un Primer Ministro que está poniendo orden y concierto. O eso es lo
que dicen sus fuertes aliados exteriores.
Nueva idea de Europa. Intercambio. Orden por democracia.