Ayer volvía de viaje en coche cuando de repente pareció que el cielo se
venía encima, tal era la violencia de la lluvia que comenzó a caer.
Decidí entonces detenerme en un área de descanso, a la espera de que pasara
la tormenta; mientras veía la reacción de los demás vehículos en la carretera.
Primero pasó un Mercedes a toda velocidad, pisando los grandes charcos que
se habían formado en la calzada. De hecho, iba salpicando a todos los coches
que se cruzaba, y llenándolos más de barro.
Pero lo soprendente vino después: Apareció un coche mediano zigzagueando
peligrosamente. Pude entonces fijarme en que llevaba una rueda prácticamente
desinflada, y lo que es peor: ¡Las ventanas bajadas!
Y claro, apenas unos metros más adelante, al coger una curva, se salió de
la carretera y se estampó contra la cuneta. Me monté rápidamente en mi coche y
salí para allá, y me encontré al pobre conductor con una brecha en la
cabeza.
A los veinte minutos estaba siendo atendido por una ambulancia, mientras la
Guardia Civil le preguntaba por lo sucedido.
"Pues ya ven, la lluvia: Me ha sido imposible hacer nada".
Hombre, pensé yo, está claro que la lluvia es tremenda, pero... ¿cómo podía ir
con una rueda en ese estado? ¿y las ventanas bajadas? Según él porque no había
tenido tiempo de hacerle la revisión al coche...
La crisis política en Italia ha
disparado nuestra prima de riesgo y hecho bajar la bolsa.
Numerosos dirigentes económicos se
han quejado de que la situación italiana puede dar al traste con la
recuperación española.
Llueve, desde luego, pero... ¿Por
qué no arreglamos la rueda pinchada y dejamos de ir a la intemperie con las
ventanas bajadas?
Si no se arregla el coche,
dependemos de todos los factores externos. Pero hay que saber arreglarlo, y
dedicar el dinero a lo importante.
Si bebes, no conduzcas.