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lunes, 14 de noviembre de 2011

LA MÚSICA DE LA CRISIS: Un bote, otro bote, tonto el que no bote...

Lo que voy a decir hoy no me llena de orgullo. Porque, aparte de políticamente incorrecto, supone la constatación de un fracaso.

Como sé que una afirmación de tal calibre es una carga de profundidad al sistema económico, máxime si se dice en un medio abierto y no en la confidencialidad de una conversación de restaurante, he de poner unos antecedentes de lo que nos está pasando.

Porque la sucesión de noticias adversas para nuestra economía, hace que nos acostumbremos a ellas. Además, cualquier aviso de las consecuencias que acarrean los malos datos, es visto como una mera amenaza que no se cumplirá.

Me debo a mis lectores, y por suerte no tengo intereses ocultos que me muevan. Por ello, me he mantenido en un tono suave pero firme desde agosto a la hora de hacer un diagnóstico de lo que nos ocurre. Pero cuando se avista un iceberg, no se puede seguir tocando música en cubierta.

He recibido numerosos emails pidiéndome consejo sobre casos personales. Y aunque en ocasiones la insistencia de algunos me ha hecho dar alguna recomendación, sabéis que soy más partidario de dar información exacta y sin componendas, entendible, para que cada uno pueda tomar una decisión informada.

Estos son los antecedentes, y posteriormente un consejo que me vi forzado a dar. Prefiero se acusado de arriar los botes sin necesidad a hacerlo demasiado tarde:

- Alemania y Francia han pasado de reunirse en solitario a formar un grupo estable -el Grupo de Frankfurt- para defender sus intereses, y en concreto el de sus bancos.

- La incapacidad de dos países europeos por asegurar sus pagos a los bancos deudores -franceses y alemanes en su mayoría-, han hecho caer a sus gobiernos de modo inmediato y fulminante: el griego e italiano.

- Como sobre uno de ellos -el griego- persisten las dudas de que pueda pagar, ya se están estudiando las consecuencias de su expulsión del euro. No tanto para el país -que queda en segundo plano- sino para los bancos acreedores.

- España ha sido advertida, de manera suave al principio y posteriormente de un modo firme, de que ha de cumplir su compromiso de no gastar más de un 6% de lo que ingresará este año. Es decir, que el Estado no puede tener un déficit superior al 6%.

- A estas alturas ya se da por hecho que no cumpliremos ese objetivo: somos incapaces de rebajar nuestro gasto, y además nuestra economía ha pasado de pronosticar un crecimiento del 1,3% este año a quedarse en el 0,7%. Por tanto, se recaudarán menos impuestos, y el déficit será mayor.

- Ya se habla de que podemos llegar a fin de año con un déficit del 7-8%. Y eso que no está claro el agujero de las administraciones locales y autonómicas.

- Una de las medidas tomadas por España para intentar reducir el déficit, ha sido usar el Fondo de Garantía de Depósitos (el que asegura que si uno de nuestros bancos quiebra se devolverá el dinero depositado en él por sus clientes) para tapar el agujero de las cajas de ahorros.

- Caso de un déficit superior al 6% quedaremos en manos de nuestros bancos acreedores, que decidirán si prestarnos más. Si no lo hacen, entonces será el Banco Central Europeo el que optará por darnos dinero o no.

Ante esta situación, ya no parece un disparate formular las siguientes preguntas:

- ¿Qué ocurriría si, efectivamente, no cumplimos nuestro objetivo de déficit del 6% y los bancos dejan de prestar a España?

- ¿Y si -acaecido lo anterior- el Banco Central Europeo decide no darnos dinero tampoco?

- ¿Qué pasaría si España es "invitada" a abandonar el euro?

- ¿Qué sucedería si -por contra- son Francia y Alemania las que deciden montar una mini-unión o crear dos velocidades para Europa?

La semana pasada, mi amigo Ricardo me invitó a una cerveza para comentarme su preocupación: tenía un dinero en el banco, a plazo fijo. Le quitaba el sueño perderlo.

- ¿Sabes si mi dinero está allí seguro, Jesús?

Silencio por mi parte.

- Vamos a ver: ¿qué pasa si quiebra? ¿me darán de inmediato ese dinero?

Sigo igual de callado

- ¿Y si España sale del euro? ¿Qué pasará con mi dinero en euros?

De nuevo me quedo en silencio.

- ¿Me quieres decir qué harías tú, puñetas?

No tuve más remedio que responder.

Hoy mi amigo Ricardo está preocupado por si le roban en su casa... No sólo euros.

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