INTERVENCIÓN EN EL TELEDIARIO DE BUSINESS TV
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En los últimos días hemos visto cómo diversos interlocutores ponían en duda el futuro de España, por los escasos resultados en la reducción del gasto público.
Tanto inversores privados -Citi- como a nivel oficial -Mario Monti- han manifestado el negro panorama que le espera a España en esta situación.
La enorme deuda pública hace que el escaso dinero disponible en el mercado sea absorbido por el Estado para pagar sus deudas, y no quede casi nada a disposición de empresas y familias.
Además, al dedicarse todos esos recursos al pago de deudas, se compromete la financiación para proyectos productivos.
A pesar de haber realizado durante los últimos años notables recortes en gasto social, la deuda no se ha corregido. Y una muestra es la preocupación actual por el futuro de España.
En el ámbito de los gastos políticos se ha avanzado poco con los ajustes. Se han realizado, pero surge la duda de si están a la altura de la grave situación en la que nos encontramos.
Seguimos teniendo los mismos parlamentarios, diputaciones, alcaldes; y todo un sinfín de puestos de representación y directivos de empresas públicas, con sus gastos de mantenimiento, que contrastan con el aumento del paro y los recortes en la economía real.
El Gobierno acaba de eliminar 40 empresas públicas sin utilidad actual. Ello supone un ahorro de 1 millón de euros en salarios.
Podemos compararlo con el déficit de 53.000 millones de euros que tendrán las cuentas públicas este año.
Inditex conserva en la actualidad 5.000 millones de euros en caja, y no tiene deuda.
Telefónica tiene actualmente 5.100 millones de euros en caja, sin contar la de sus filiales como la de Venezuela, y Gas Natural ha acumulado 3.100 millones de tesorería.
Las 35 mayores empresas españolas poseen 44.000 millones de euros en sus cuentas a la espera de tiempos mejores.
La productividad alemana es superior a la española. Según los últimos datos disponibles, los alemanes trabajan una media de 1.400 horas anuales, frente a las 1.600 españolas, pero el alemán produce un 12% más por hora trabajada.
Alemania cuenta además con la ventaja competitiva de su desarrollada tecnología aplicada al trabajo, que le confiere una mayor productividad.
El tipo de cambio permite rebajar los precios de tus productos frente a los extranjeros.
Si España producía antes coches por 5 millones de pesetas, y Alemania por 60.000 marcos (equivalente a esas pesetas), para vender más devaluaba la peseta, de tal forma que los 5 millones supusieran sólo 50.000 marcos. Con ello, a los alemanes les salía más barato comprar coches españoles.
Eso tenía el inconveniente de que, al devaluar la peseta, las compras de España fuera de nuestras fronteras, como el petróleo, nos salía más caro (pues se compraba en moneda extranjera, que ahora salía más cara al valer menos la peseta). Pero en este análisis nos ceñimos a las exportaciones y la competitividad frente a productos extranjeros.
Ésta es la estrategia que está desarrollando desde hace tiempo China: mantener su moneda -el yuan- artificialmente baja, de tal forma que los productos chinos inundan más fácilmente el mercado con sus bajos precios frente a las monedas extranjeras.
El año pasado China redujo notablemente su crecimiento económico, y sobre todo sus exportaciones disminuyeron, causado en parte por el mal estado de las economías desarrolladas. Por eso, el resto de países se teme ahora una mayor disminución artificial del valor de yuan (devaluación) por parte de las autoridades chinas, y una dificultad superior para competir con sus productos.
La adopción del euro, supone que los países que lo usan renuncian a usar el tipo de cambio como arma de competitividad. Les da una mayor estabilidad, al impedir las devaluaciones artificiales, pero sus productos compiten en igualdad de condiciones frente a los que usan esa misma moneda.
El menor gasto público en Alemania hace que el Estado tenga que pedir menos préstamos, y unido a la confianza que genera su economía, hace que los tipos de interés sean bajos. Ello permite a las empresas acceder a unos créditos baratos que facilitan la competitividad y expansión de sus empresas y productos.
El enorme gasto de las administraciones públicas españolas absorbe la mayoría del dinero disponible, y dispara los tipos de interés (el interés es el precio del dinero: si hay mucha demanda, sube, y si hay poca, baja).
Si sumamos el temor de los que nos prestan a que no se devuelva el dinero por la poca confianza en nuestra economía, el interés se eleva aún más.
Esto se llama efecto "crowding out": una estancia está tan llena que, al tratar de meter más gente, otros son expulsados. El Estado mete tanta demanda de préstamos que expulsa a los otros solicitantes. Y en nuestro caso, el Estado acapara la mayoría de la estancia.
Algunos proponen, como método para aumentar nuestra competitividad, que los trabajadores españoles rebajen sus salarios frente a los de fuera (llevándolo al extremo de este relato, sería hacer que dos cobrasen como un extranjero). Y así, al incorporar un menor coste del trabajo en los productos, estos sean más baratos con respecto a los demás. ¿Pero es realmente éste el camino?
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