Lo ocurrido estos días con la banca ya
fue ilustrado hace 2.000 años, tal y como recoge una conocida escritura que adaptamos a su versión financiera actual.
El
Reino Financiero es semejante a un Estado que quiso ajustar cuentas con los banqueros.
Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que había generado un agujero de
10.000 millones.
Como no tenía con qué pagar, ordenó que fuese encarcelado él,
su mujer y sus hijos (que habían participado del negocio), y que se le
embargara todo cuanto tenía para que así pagase.
Entonces
el banquero se echó a sus pies, y postrado le decía: ‘Ten paciencia conmigo,
que todo te lo pagaré’. Movido a compasión el Estado, le dejó en libertad y le dio un préstamo barato de dinero público al 0,5% con el que sanear su banco.
Al salir de allí aquel banquero, se encontró con uno de sus clientes, que le debía diez mil euros de la hipoteca; lo agarró y, ahogándole, le decía: ‘Paga lo que debes’. Su cliente, cayendo a sus pies, le suplicaba: ‘Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré. ¿No ves que los intereses son muy altos por la cláusula suelo?’. Pero el banquero no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagase lo que debía.
Al
ver los otros clientes lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar
al Tribunal Supremo todo lo sucedido.
Un Juez entonces lo mandó llamar y le
dijo: ‘Banquero malvado, te dieron un préstamo al 0,5% porque lo suplicaste.
¿No debías tú también compadecerte de tu cliente, del mismo modo que se compadecieron
de ti, y cobrarle unos intereses menores quitándole la cláusula suelo?’
Y
encolerizado el Juez, lo entregó a los funcionarios de Soto del Real hasta que
pagase todo lo que le debía, y le quitó la cláusula suelo a los clientes.