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lunes, 3 de octubre de 2011

RELACIÓN DEUDA-BANCA: El círculo de la leche

Tras muchos meses –años– de crisis, que los ciudadanos sufrimos en nuestras carnes, asistimos últimamente a una serie de noticias que relacionan la deuda del Estado con los bancos.

¿Qué ha sucedido? ¿Por qué los bancos parecían secos, y ahora resulta que los más entrampados no somos los particulares sino los gobiernos?

A ver si no nos prestaban por eso...

Vamos a imaginar que, en un ataque de locura empresarial, decidimos montar un negocio de producción de leche. Y compramos unas vacas pidiendo un préstamo al banco. Además, pedimos otro préstamo renovable anualmente para comprar pienso y alimentar el ganado.

Nuestros cálculos (simplificando) son los siguientes:

Producimos 4.000 litros de leche al mes, y su valor lo repartimos de la siguiente manera:

- 1.000 litros para cuidar las vacas: vaqueros, ordeño, veterinarios…
- 1.000 litros para impuestos.
- 1.000 litros para pagar el préstamo por la compra de las vacas y el pienso.
- 1.000 litros para vivir y hacer unos ahorrillos.

Con ello, mantenemos las vacas y damos empleo a varias personas de manera directa (vaqueros, ordeñadores, limpieza…) e indirecta (veterinarios, vendedores de pienso…).

El Estado recauda dinero (los 1.000 litros de leche en impuestos) para gasto social (pensiones, paro), sanidad, infraestructuras, etc.

El banco cobra sus intereses (otros 1.000 litros de leche), y da empleo a más trabajadores en sus sucursales.

Nosotros y nuestras familias vivimos bien. Y gastamos en ropa, alimentos, etc., que genera también más empleo.

Pero ahora el Ayuntamiento, con ayudas autonómicas y estatales (lo llamamos en general “Estado”), decide hacer un polideportivo en el pueblo.

Como los 1.000 litros de leche que recibe  el Estado en impuestos de nuestras vacas, se agotan en pagar el gasto social, sanidad, infraestructuras, etc., pide un préstamo a los bancos, que le cuesta unos intereses de 500 litros de leche al mes. Y se endeuda por tanto en esos 500 litros mensualmente.

El banco, que ha dedicado parte de su dinero a dárselo al Estado, tiene ahora menos fondos, y nos sube los intereses de 1.000 litros de leche al mes a 1.200 litros (el dinero, como todo, cuando escasea sube de precio, y por ello los intereses).

Por tanto, el reparto de la leche nos queda de la siguiente manera:

- 1.000 litros de leche para cuidar las vacas.
- 1.000 litros para pagar impuestos. El Estado se endeuda en otros 500.
- 1.200 litros para pagar intereses.
- 800 litros para vivir. Ya no ahorramos nada.

Y entonces, el Estado decide organizar una Feria Internacional del Ganado en el pueblo.

Como el evento es deficitario, pide otro préstamo a los bancos, que le cobran 500 litros más de leche al mes. Esto se acumula a la deuda que el Estado ya tenía mensualmente de 500 por el polideportivo, y hace un total de 1.000 litros.

Para no tener que pedir tanto al banco, el Estado nos sube los impuestos. Pasan de 1.000 a 1.200 litros de leche. Como ya tenia un gasto de 1.000 (social, sanidad, infraestructuras, etc.), unos intereses de 500 para el polideportivo y otros 500 para la Feria, va acumulando una deuda de 800 litros al mes.

Los bancos tienen que emplear más dinero del poco que les queda en los préstamos al Estado, por lo que suben de nuevo los intereses. A nosotros nos supone pasar de 1.200 a 1.400 litros de leche al mes el pago de dichos intereses.

Ahora el reparto de leche resulta el siguiente:

- 1.000 litros de leche para mantener las vacas.
- 1.200 litros para impuestos. El Estado se endeuda en otros 800 litros.
- 1.400 litros en intereses.
- 400 litros que no nos dan para vivir, por lo que nos replanteamos el negocio.

Como no llegamos a fin de mes, los dueños de la vaquería hacemos lo siguiente:

No salimos a comer fuera los domingos (el restaurante despide camareros), compramos menos ropa (más despidos de dependientes) y dejamos los caprichos en el supermercado (más paro).

Compramos un pienso chino más barato, porque el crédito que nos da el banco para alimento del ganado tiene unos intereses muy altos, y la empresa de piensos local despide también a varios dependientes.

El Estado ahora tiene que pagar el paro de todos esos nuevos desempleados, lo cual le supone más gasto. Por tanto, pide un nuevo préstamo a los bancos, y tiene que pagar otros 500 litros más de leche en intereses, acumulados a los 500 del polideportivo y los 500 de la Feria. A ello se suma el gasto social ordinario, sanidad e infraestructuras de 1.000 litros, por un total de 2.500 litros.

Vuelven a subir los impuestos, en otros 200 litros de leche, para no tener el Estado que pedir tanto a los bancos. Pasamos de pagar 1.200 litros a 1.400 litros.

Los bancos están casi sin dinero, pues el Estado no para de pedir, y suben los intereses. De cobrarnos 1.400 litros de leche, ahora nos cargan 1.600 litros.

El reparto de la leche queda así:

- 1.000 litros en cuidar las vacas.
- 1.400 litros en impuestos. El Estado tiene una deuda adicional de 1.100 litros.
- 1.600 litros en intereses
- 0 litros para vivir.

Y entonces, no tenemos más remedio que cerrar el negocio.

El banco se queda con nuestras vacas, que vende a una empresa holandesa. Como no recupera todo el dinero que le debíamos, el Estado le ayuda dándole un aval por la diferencia.

Nuestros empleados se van al paro, así como el veterinario y el vendedor de piensos. Ya había cerrado el restaurante, y ahora lo hace la tienda de ropa y el supermercado.

El Estado pide un nuevo préstamo a los bancos para pagar ese mayor gasto social.

Por tanto, el Estado acumula cada mes una deuda de:

- 1.000 litros de leche para el gasto social normal, sanidad e infraestructuras.
- 500 litros de leche para pagar el polideportivo
- 500 litros para la Feria internacional
- 500 litros para los primeros desempleados
- 500 litros para los desempleados de ahora.

Total: 3.000 litros de leche. Todo deuda, porque no puede recaudar impuestos de nuestro negocio ya cerrado.

Como ha de pagar a los bancos esos 3.000 litros de leche al mes, y ahora no puede cobrárnoslos a nosotros, acude al Banco Central Europeo, que le presta la leche para pagársela a los bancos.

Y nosotros nos vamos. Con nuestras familias en un autobús camino de un lugar lejano. Dejando en la lejanía el polideportivo. Y la carpa de la feria.

En el fondo sabemos que esto ha de tener una solución. Pero esa es una historia que comentaremos en otro momento esta semana...
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