Carnicería Rodrigo. Madrid. Hace un
año.
- Hola, buenas: ¿tiene
solomillo?
- Buf, la verdad
es que hoy no lo tengo bueno. No creo que le interese.
- Bueno, mire a
ver si en aquellas cajas le queda algo.
- A ver… Sí, aquí
quedan un par de kilos si le sirven.
- Claro,
póngamelo todo.
- ¿Se lo limpio?
- Sí, por favor.
- Aquí tiene,
señor.
- No, no, póngame
lo que ha tirado.
- ¡Pero si son
las sobras!
- Por eso,
póngamelas todas.
- ¿Y el
solomillo?
- Quédeselo
usted, que a mí no me interesa. ¿Cuánto le debo?
- Pues no sé…
- Ande, no sea
tonto: Aquí tiene 100 euros.
- ¿100 euros por
las sobras?
- Claro, hombre. Y
avíseme si le llegan más.
10 meses más
tarde…
Riiiiiiiiiiinnng
- ¿Quién es?
- Perdone, señor,
soy Rodrigo, el de la carnicería.
- ¡Ah, sí! ¿Qué
pasa? ¿Cómo estás?
- Mire, es que
como me dijo que le llamara… Tengo ya cincuenta kilos de sobras.
- Muy bien.
¿Cuándo puedo recogerlas?
- Pues cuanto
antes, porque la verdad es que necesito el dinero.
- Estupendo,
ahora mismo te mando a José Ignacio para que se encargue de todo.
Ayer se anunció la próxima nacionalización de
Bankia.
A finales 2010 se
forma el “Banco Financiero de Ahorros” con siete Cajas de Ahorros, capitaneadas
por Caja Madrid.
En 2011 se divide en dos partes:
La parte “mala”: Constituida fundamentalmente por sus propiedades de suelo y bienes de baja calidad, y difícil salida al mercado.
La parte “buena”: La bancaria, de sus oficinas que desarrollan su negocio principal.
El Estado le prestó
casi 4.500 millones de fondos públicos para tratar de solucionar la parte mala.
Pero Bankia no soluciona sus problemas, y el Estado
sigue implicándose…
El viernes pasado
se reúnen el Ministro de Economía y los presidentes del Banco de Santander,
BBVA y la Caixa, y deciden que tome el control de Bankia José Ignacio
Goirigolzarri (Antiguo directivo de BBVA).
Ayer se acuerda
que el Estado cambie los 4.500 millones de euros que le debe Bankia por quedarse
con su “parte mala”, y de paso se convierte en el accionista
mayoritario del conjunto del banco.
Por tanto,
nosotros –los ciudadanos con nuestro dinero público–, no tenemos ya 4.500
millones que nos debe Bankia. Ahora, cuando se ha sabido la gravedad
del problema, tan grande que los auditores externos no han querido firmar sus cuentas, nos hemos
quedado con Bankia:
¡Enhorabuena!
P.D.: Ahora se está estudiando un nuevo préstamo a Bankia.