Todo sucede en un instante. A 120 km por hora. Ese agujero en mitad de la autovía. Y el coche se va por
el terraplén.
Te despiertas en la ambulancia. Llegando al hospital. Lo siguiente la UVI. Llena
de médicos de gran prestigio.
La pierna te sangra, a chorros; que se llevan tu vida...
Un médico ordena el instrumental, con pausa. Otro se lava las manos.
La pierna te sangra, a chorros; que se llevan tu vida...
El cirujano llega al quirófano, y pregunta por las causas del accidente.
Varios especialistas le narran con detalle el suceso.
La pierna te sangra, a chorros; que se llevan tu vida...
Te desesperas. Gritas que por qué no se
apresuran a curarte. "Estamos creando las circunstancias que harán que
mejores pronto", recibes por respuesta.
La pierna te sangra, a chorros; que se llevan tu vida...
Se acerca una enfermera, que te empieza a vendar la pierna, sin ser
operada. Te alarmas, y preguntas qué sucede. "Esto no te curará ahora,
pero mejorarás a medio plazo", te dicen.
La pierna te sangra, a chorros; que se llevan tu vida...
La economía es como la vida: en situaciones de urgencia hace falta
urgencia. Urgencia o muerte. Y acertar.
¿Las medidas adoptadas
surtirán efecto a medio plazo?
¿Estamos creando las
condiciones para el crecimiento futuro?
Tenemos que vivir, ahora. Con urgencia. Y con acierto.