Habíamos dejado ayer a nuestros
vecinos corriendo hacia el contador del agua del edificio, para ver si era
verdad lo que decía el portero con lógica aplastante: “No llega el agua a los
pisos porque no entra en la comunidad”.
Los pocos que aún quedaban en la
sala con el portero, ya no se reían de él cuando decía esas aparentes
obviedades, sobre todo porque ya habían comprobado cuánta razón tenía al decir que por mucho que arreglaran las cañerías o cambiaran los modelos de
grifos, si no entraba agua en el edificio tampoco llegaría a sus hogares.
Eso tenía como contrapartida en
el mercado laboral que por mucho que se empeñasen en facilitar la movilidad de
los trabajadores, cambiar los modelos de contrato o unificarlos, y hasta
permitir los minijobs, si la gente no entraba a comprar porque no tenía dinero
en el bolsillo, ninguna tienda crearía empleo.
Pero ahora los que habían salido
a la carrera al contador del agua, no oyeron seguir al portero:
“Si se quiere que el agua llegue al edificio, antes la empresa de aguas
habrá tenido que conseguirla”
- Hombre, obvio –pensó Antonio el
del quinto antes de murmurar que ya se estaba pasando de listo–.
“¿Y cómo la conseguirá antes de tener el dinero con que los vecinos
pagarán ese agua? Pues con un crédito del banco que se lo adelanta, y una vez
que haya cobrado, la empresa de aguas podrá repagarlo”
Ahora Andrés lo que estaba
pensando es que el portero debía ser un economista huido de la justicia de algún
punto del planeta, y empezaba a creer que en su mesa debía de estar
especulando en vez de separando los sobres de la correspondencia cada mañana.
“Por tanto –prosiguió–, si los ciudadanos no tienen dinero en el
bolsillo porque se lo sacan a base de impuestos, y no entran a comprar; y las
tiendas no pueden pedir créditos al banco para que les adelante el dinero y así adquirir sus productos para cuando lleguen los clientes, no habrá forma de crear
empleo”
En ese momento llegaron los que
habían ido a comprobar si entraba agua en el edificio, y vieron que tantas
cañerías arregladas, y tantos modelos de grifos nuevos, no habían servido para
nada: La empresa de aguas había quebrado.
Fue entonces cuando se enteraron
de que el ayuntamiento, para solucionar el tema, había decidido subvencionar
las botellas de agua.
Beberlas no sabía si iban a
beberlas, pero más de uno estaba pensando en usarlas como objeto contundente…