Llevo días resfriado. Y el caso es que ha sido en unos días
donde no tendría que haber enfermado.
La deuda pública
española ha subido del 36% del PIB (todo lo que produce España en un año) a
superar el 100% del PIB en siete años.
Debo decir que tal vez no me haya cuidado mucho, y sabiendo
que el tiempo no estaba del todo bien, no cogí nada de abrigo por la noche.
La elevadísima tasa
de paro de España, pero a los muchos planes que se han ido anunciando, no ha
bajado significativamente.
De todas formas, yo estaba confiado en que seguiríamos con
el buen tiempo, y que pronto se pasarían mis males.
Desde hace meses se
ha lanzado el mensaje de una recuperación en marcha, sostenida por unas
expectativas de crecimiento asentadas entre otras cosas en el fuerte
crecimiento de nuestras exportaciones.
Y ahora resulta que ha venido el mal tiempo de golpe, con
fríos y lluvias que no podía esperarme.
La economía alemana y
la francesa se encuentran estancadas, y la italiana en claro decaimiento. Además
llegan datos preocupantes de EEUU, por no hablar de países del euro como
Grecia, que apuntan a la necesidad de un tercer rescate.
Así que aquí me hallo, con mi gripe cuando tenía que estar más
fuerte para las tormentas que se avecinan: No estoy preparado.
La bolsa española ha
caído hoy un 3,5%, con un desplome del 10% en el último mes, y el temor a una
nueva recesión se agudiza.