CASO 1:
Una persona coge 1.000 euros y se
marcha al casino. Después de no demasiado tiempo, pierde todo. Se marcha a su casa
pensando en la mala suerte que ha tenido.
CASO 2:
Un padre de familia con 3 hijos
en una delicada situación económica, coge 1.000 euros y se marcha al casino.
Después de no demasiado tiempo, pierde todo. Se marcha a su casa pensando en la
mala suerte que ha tenido.
CASO 3:
El administrador de una comunidad
de vecinos coge 1.000 euros de los recibos de los vecinos y se marcha al
casino. Después de no demasiado tiempo, pierde todo. Se marcha a su casa
pensando en la mala suerte que ha tenido.
Ayer me tocó estar en un debate,
donde salieron los recientes casos que afloran en la justicia de diferentes
dirigentes económicos y financieros que acuden al reclamo de la justicia.
Además, de vez en cuando se puede
también oír la defensa de algunos políticos que, como todo el mundo –afirman– también se equivocaron con la crisis y por eso perdieron dinero.
A todos ellos vuelvo a pedirles
que se lean los tres casos anteriores, para que vean, a la hora de las
responsabilidades y de los riesgos a asumir, si el propio dinero, el de la
familia, o el dinero público, son lo mismo a la hora de manejarlo y disponer de él.
No, no creo que sean lo mismo. Porque
uno con su dinero puede hacer lo que quiera, pero con el de los demás, que
tanto trabajo cuesta conseguir (y tanto necesitan especialmente algunos en
estos duros momentos) no se puede hacer cualquier cosa.
No, no es lo mismo. Porque sabemos que "hay gente que trata de confundirnos", y que “no es
lo mismo conformarse que pelear”. Que es en lo que estamos muchos. Y otros lo
cantan…
Y el lunes hablaremos de la proteína de la economía que apuntamos el miércoles...