Estos días hemos oído decir a un ex-ministro y ex-candidato a Presidente
del Gobierno que las medidas tomadas por la derecha deberían haber sido adoptadas
por la izquierda.
También hemos escuchado la extrañeza de algunos por el hecho de que un juez
de tendencia sexual considerada progresista haya sido votado para su cargo por
el bloque conservador.
Referido a la economía, se discute si un ministro de esconomía de la
escuela de chicago (liberal), puede tomar medidas keynesianas (que se dicen de
izquierdas).
Y mientras tanto, los que cada día salen a trabajar -ahora con el miedo de
la crisis en el cuerpo-, ¿se preguntan continuamente si ellos son liberales,
progresistas, conservadores, keynesianos, de derechas o de izquierdas?.
¿Hay que empeñarse en esas clasificaciones, normalmente ideológicas, de la
realidad? Sobre todo en estos tiempos difíciles, donde lo que urge es evitar
que la nave se hunda, con todos nosotros dentro: Tal vez necesitamos que en vez
de grandes discursos de intenciones y clasificaciones haya hechos; y hechos
útiles para el ciudadano de a pie.
Pero como es difícil evitarlas, podemos hacer una nueva clasificación:
cansados y no cansados.
Cansados son los que llevan trabajando igual desde hace años: muchas horas
y escaso sueldo.
Los que tenían el mismo piso antes, durante y después de la burbuja
inmobiliaria.
Los cansados no han cogido un avión en estos años, y muchos menos en Ciudad
Real o Castellón.
Les preocupa a los cansados su vecina en paro y la hipoteca impagada de uno
de sus hijos; y cómo llegar a fin de mes. Los no cansados, en cambio, desde sus puestos hablan de las cosas de los
cansados, sin haberlas vivido; pero tratando de solucionarlas como si las conocieran, de forma tantas veces irreal.
Por eso los cansados lo están de las propuestas abstractas que saben no
acabarán con sus problemas. Y se preguntan si alguien aliviará esta crisis (ya
han perdido la confianza en que se solucione), con medidas que lleguen a su
mundo cansado.
Pero en el fondo, los cansados saben que la crisis sólo la solucionarán
ellos. Y que esos ocurrirá cuando los otros también empiecen a cansarse, de tanto
vociferar, y hagan lo que ellos:
Trabajar cada día, o ver la manera de encontrar un trabajo; por sus méritos
y esfuerzo, y no por su clasificación.
Intentar llegar a fin de mes mirando el bolsillo con cada gasto, porque se
lo pagan ellos, y se lo trabajan ellos, y no por su clasificación.
Ganarse el aprecio de sus familiares y vecinos, por ser personas de bien, y
no por su clasificación.
Ésa es la gente cansada, gente normal, que no aparece en la foto
vociferando a los demás, inaugurando cosas, quemando un contenedor o yendo
a los juzgados. Que sólo ha vivido la burbuja cuando baña a sus hijos con jabón
al llegar del trabajo,
Los cansados siempre han sacado y sacarán el país adelante. Y lo saben.
Sólo hace falta que no se lo impidan. Que no les cansen más; los que no están
cansados.
El capitán del crucero
hundido en Italia (el Costa Concordia), se fue corriendo el primero en cuanto
vio el peligro. No sabemos si era de derechas o de izquierdas, pero sí que se
fue. Y que llegó a tierra firme sin cansancio.
La tripulación se quedó, y
muchos –a pesar de su cansancio- consiguieron sacar a tantos de aquel naufragio…
Porque no olvidaron que las
guerras las ganan los soldados cansados. Como no debemos olvidar nosotros que
vamos a salir de la crisis. Cansados, pero saldremos. Y que la victoria será
nuestra.