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miércoles, 19 de septiembre de 2012

EL SISTEMA (y III): Gente corriente, gente felina.


Mientras en Europa se discutía del rescate, Pilar llegó temblando al súper: Estaba embarazada, y la alegría de la noche anterior se transformó por la mañana en temor a ser despedida.

Gonzalo no pudo ver las entrevistas del Presidente y el líder de la Oposición, porque pasó toda la noche cuidando a un anciano para pagar los libros de Gonzalete; y todo el día como guardia de seguridad.

Y yo me cruzaba el sábado con una pareja joven llorando en un banco ("maldita crisis", gritaba en ese momento ella) antes de entrar en la cadena de TV a la que me invitaron, tras fijarme en las camisetas del Che Guevara y las banderas sindicales de doce personas que ocupaban una cara terraza en la Castellana.

Pilar, Gonzalo y esa pareja. Gente corriente: Transparente.

Transparentes porque no se los ve en ejecutivas políticas, ni en mítines o manifestaciones. Están llorándose en casa. O en el banco. Porque tal vez el banco les quite su casa.

Gente corriente: Pacífica.

No han robado, hurtado o sisado; no han roto cristales ni han ocupado plazas: Sólo las listas del paro, o las de pena del barrio.

Gente corriente: Humillada.

Han pedido dinero a hermanos, o la cómoda vejez a sus padres usando su pensión, para poder seguir en la casa hipotecada aún por pagar. Y han sufrido el rechazo de tantos que creían cercanos.

Gente corriente: Explotada.

Cosen, limpian, cuidan y tragan: lo que sea por tratar de engañar a sus hijos aparentando que no lo pasan mal; por mucho que ese teatro ya no engañe ni a los suyos. Ni siquiera cuando les dicen que mamá no estaba llorando. Porque llorar, lloraba.

Gente corriente: Callada.

Porque no son de los de armar ruido, sino de callar en silencio. Pero ahora su mirada se está mudando de cordero a felina. Porque las cosas tienen un límite.

Va llegando el tiempo que un anciano me advirtió hace unos años: "Jesús: la reacción que hay que temer es la del pacífico, no la del violento".

Al felino no lo arrincones, o lo hieras de muerte, que muere matando: Cuando ve que no tiene nada que perder.

Sin vida, sin orgullo, sin futuro... Tiempo de garras: La gente corriente se está mudando de cordero a felina, de patas a uñas.

Porque va siendo hora de alcanzar, con manos o con garras, el futuro. Y que el futuro no nos diga que fuimos corderos.

Corderos a felinos. Las guaridas han de abrirse. Porque el futuro ha de ser nuestro. Lo tenemos que coger. Que agarrar.

Sabéis dónde estoy. Cada día. A cualquier hora... Esperando vuestras ideas. Vuestras sugerencias. Porque algo habrá que hacer.

Porque tú... ¿Qué vas a hacer?

Gente felina.


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