Mientras en Europa se discutía del rescate, Pilar llegó temblando al súper: Estaba embarazada, y la alegría
de la noche anterior se transformó por la mañana en temor a ser despedida.
Gonzalo no pudo ver las entrevistas del
Presidente y el líder de la Oposición, porque pasó toda la noche cuidando a un anciano para pagar los
libros de Gonzalete; y todo el día como guardia de seguridad.
Y yo me cruzaba el sábado con una pareja joven llorando
en un banco ("maldita crisis", gritaba en ese momento ella) antes de entrar en la
cadena de TV a la que me invitaron, tras fijarme en las camisetas del Che Guevara y
las banderas sindicales de doce personas que ocupaban una cara terraza en la
Castellana.
Pilar, Gonzalo y esa pareja. Gente
corriente: Transparente.
Transparentes porque no se los ve en ejecutivas políticas, ni en
mítines o manifestaciones. Están llorándose en casa. O en el banco. Porque tal vez el banco les quite su casa.
Gente corriente: Pacífica.
No han robado, hurtado o sisado; no han
roto cristales ni han ocupado plazas: Sólo las listas del paro, o las de pena
del barrio.
Gente corriente: Humillada.
Han pedido dinero a hermanos, o la cómoda
vejez a sus padres usando su pensión, para poder seguir en la casa hipotecada
aún por pagar. Y han sufrido el rechazo de tantos que creían cercanos.
Gente corriente: Explotada.
Cosen, limpian, cuidan y tragan: lo que sea por tratar de engañar a sus hijos aparentando que no lo pasan mal; por mucho que ese
teatro ya no engañe ni a los suyos. Ni siquiera cuando les dicen que mamá no estaba llorando. Porque llorar, lloraba.
Gente corriente: Callada.
Porque no son de los de armar ruido, sino
de callar en silencio. Pero ahora su mirada se está mudando de cordero a felina. Porque las cosas tienen un límite.
Va llegando el tiempo que un anciano me advirtió hace unos años: "Jesús: la reacción que hay que temer es la del pacífico, no la del
violento".
Al felino no lo arrincones, o lo hieras de
muerte, que muere matando: Cuando ve que no tiene nada que perder.
Sin vida, sin orgullo, sin futuro... Tiempo de garras: La gente corriente se está mudando de cordero a
felina, de patas a uñas.
Porque va siendo hora de alcanzar, con manos
o con garras, el futuro. Y que el futuro no nos diga que fuimos corderos.
Corderos a felinos. Las guaridas han de
abrirse. Porque el futuro ha de ser nuestro. Lo tenemos que coger. Que agarrar.
Sabéis dónde estoy. Cada día. A cualquier
hora... Esperando vuestras ideas. Vuestras sugerencias. Porque algo habrá que hacer.
Porque tú... ¿Qué vas a hacer?
Gente felina.
Gente felina.