El sábado aproveché para ir de
compras al centro comercial, aún a riesgo de que alguno de los dependientes me
diese un abrazo si me decidía finalmente por cualquier adquisición.
En mi ciudad, como supongo en
casi todas ahora, proliferan esos inmensos lugares ultramodernos y
automatizados preparados para captar el poco dinero que nos queda
disponible a los ciudadanos.
Tras entrar en el luminoso y
hasta lujoso parking, dejé el coche en una de las miniplazas que lo componen, y donde apenas cabe
una moto para así acumular más vehículos. Me
dirigí entonces a las escaleras automáticas para ver si caía en alguna tentación.
Después de más de una hora
deambulando y percatándome de la cantidad de cosas que podría comprarme si
tuviese el dinero, regresé escaleras automáticas abajo a recoger mi
estrechamente aparcado vehículo.
Tuve que subir de nuevo por
haberme equivocado de rampa, y bajar esta vez por una distinta. Pero no, no me
había equivocado: el parking estaba cerrado.
Ante mi sorpresa por ser sólo las
seis de la tarde, me dirigí al mostrador de información con bastante urgencia,
pues me esperaban al otro lado de la ciudad.
- Oiga, que tengo que sacar mi coche porque tengo prisa, y el parking
está cerrado.
- Ya lo sabemos, señor.
- Hombre, supongo que sí, porque lo han cerrado ustedes…
- Así es, y lo abriremos en cinco
días tal vez.
- ¿¡Cinco días tal vez!? ¡Pero si tengo que llevármelo ahora mismo!
- Le entendemos perfectamente,
señor, pero no va a ser posible.
- ¿Pero me puede usted decir por qué puñetas no puedo llevarme mi
coche?
- Es que la cámara de entrada ha
localizado varios vehículos robados.
- Vamos a ver, me parece estupendo, pero el mío no lo es, y si quiere
se lo pruebo…
- Comprendo señor, pero hemos
decidido retener todos los vehículos hasta próxima orden. Además, cuando se
abra el parking tendrán que pagar una tasa.
- ¿¡Cómo!? ¿Una tasa?
- Sí, señor, para correr con los
gastos de localización de esos vehículos robados y también para el
mantenimiento del centro comercial.
- Escúcheme: Ese coche es de mi propiedad, y me lo voy a llevar ahora
mismo.
- Pues no va a poder, señor,
porque el parking está cerrado, y como siga hablando en ese tono llamaré a la
policía para que lo detenga.
- A ver, que ya me he hartado, llame a su jefe inmediatamente.
- No va a ser posible, señor,
está en Bruselas.
El centro comercial se llamaba Chipre…