Como muchos ya sabéis, la semana pasada estuve varios días fuera de España. Lástima que sin tiempo de ver nada, pero lo bueno es que uno siempre coge perspectiva.
Lo primero que me llamó la atención fue la cantidad de locales llenos que
puede tener una ciudad. Esto, que no debería ser digno de mención, viniendo de España puede resultar algo mayúsculo.
Durante los días fuera, sólo me encontré con tres locales
vacíos. De ellos dos por reformas (había gente trabajando en el interior), y
uno simplemente cerrado.
Cuando volví a mi ciudad, traté de realizar el mismo experimento: Fui a
comprar el periódico y, a lo largo de una calle mediana, ya había batido el
récord.
No creáis tampoco que he perdido comba de lo que se cocía en España, pues
fui testigo del brote de optimismo ahogado después por el mandato de Bruselas: Hay
que acelerar las reformas, o lo que es lo mismo, apretar más la soga.
En definitiva se trata, como apuntamos en el último artículo, de seguir
dando martillazos a ver si alguno da en el clavo. El problema es que ya no nos
quedan dedos donde golpearnos; tal vez por eso sería más bien el momento de
cambiar de estrategia.
Y es que el dato de los comercios vacíos es tan significativo como ignorado,
puesto que últimamente nuestros éxitos se miden en valores lejanos o extraños,
normalmente del mundo financiero: Que si la prima de riesgo baja, que si España
se financia más barato...
Precisamente me viene ahora a la cabeza una de las primeras críticas que
recibí en los medios de comunicación al poco de surgir el blog, cuando me
dispararon que hablar de tomates y zapaterías, de autónomos y pymes, tal vez no
me dejaba ver la importancia de las grandes cifras y la mejora de nuestra economía.
Lo único que siento es no haber tenido entonces 18 años más, falda y
chaqueta llamativas, y haberme llamado Christine Lagarde, Directora Gerente del
Fondo Monetario Internacional. Porque tal vez al decir lo mismo que ella afirmó la semana pasada hubiera sonado con más fuerza a mi interlocutor:
"La mejora en los mercados de
capitales no se está trasladando a la economía real y, por consiguiente, a la
vida de los ciudadanos"
Pues sí, esa conclusión puede encontrarse de muchas formas
en este blog. Y si le añadimos algún ejemplo de tomates, zapaterías, autónomos
llamados María y Gonzalo, y parados como Pilar y Antonio, casi que pensaría que
es ella la que escribe aquí.
Economía real. Y todo lo demás para ella. Para los ciudadanos. Para María y
Gonzalo, Pilar y Antonio.
Si queremos salir de ésta...
Si queremos salir de ésta...