Durante nuestros últimos artículos,
hemos mostrado que la economía puede describirse como un taburete con tres
patas:
- Las familias y las empresas
- El Estado
- Los bancos
Sin embargo, no se trata de patas
iguales, sino que el Estado y los bancos han de permanecer al servicio de las
familias y las empresas, que son las que tiran realmente de las empresas.
Una economía sana tiene a las
familias y las empresas luchando no sólo por salir adelante, como por desgracia
es la época que nos ha tocado vivir, sino por tener una vida mejor.
Y en esa lucha cuentan –deben contar–
con el servicio de los bancos, que le aportan el crédito para que se
desarrollen más allá de sus disposiciones actuales de dinero; y la ayuda del
Estado, que procura el bien común, ayudando especialmente a los más
necesitados.
Pero los problemas surgen cuando
se invierte ese servicio, y entonces ocurre que:
- El Estado no se pone al servicio de las familias y empresas, sino que
las pone a ellas a su servicio: