Ya hemos comentado anteriormente el gran trabajo propagandístico, que
suscita admiración a la vez que repugnancia moral, del responsable de
propaganda nazi Joseph Goebbels.
De él es la famosa frase: "Una
mentira mil veces repetida se transforma en verdad"...
Desde hace ya muchos meses venimos diciendo que esta crisis no es la nuestra.
Y nos ha costado más de una polémica en medios de comunicación.
Efectivamente, la nuestra ya la hemos vivido -y la estamos sufriendo- desde
que descubrimos que no debíamos habernos comprado ese piso tan grande; o uno
nuevo hipotecando el que ya teníamos para obtener un rápido beneficio con su
venta.
Eso fue en el 2008, y desde entonces hemos pagado con gran esfuerzo la
hipoteca, o no hemos podido hacerlo, y tras agotar nuestras reservas y las de
todos aquellos que se apiadaron de nosotros, el banco nos embargó; o nos
desahució en el peor de los casos.
Y mientras aún lloramos nuestra desgracia, ahora vienen a decirnos que "hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades, y por eso tenemos que pagarlo".
Pero... ¿No lo hemos pagado ya, y duramente?
¿No hemos sufrido la vergüenza de pedir dinero prestado a todo el mundo, y
el rechazo de otros tantos?
¿No hemos sido perseguidos como conejos por hurón por los que querían
cobrarse hasta del pan de nuestros hijos?
¿Entonces?
Y vuelven a repetirnos: "Hemos vivido
por encima de nuestras posibilidades, y por eso tenemos que pagarlo", en
una resurrección de Goebbels, supuestamente suicidado.
Los medios de comunicación te muestran ese tren que nunca has cogido
-vacío-, ese aeropuerto que no sabes donde está -abandonado-, o el palacio de
congresos cuya arquitectura nunca entendiste...
Y vuelven a repetirnos: "Hemos vivido
por encima de nuestras posibilidades, y por eso tenemos que pagarlo".
Ves que los políticos usan los mismos términos que se agotaron en tu boca
cuando venían a por ti los que querían que pagaras: Estoy haciendo esfuerzos,
necesito tiempo...
Y vuelven a repetirnos: "Hemos vivido
por encima de nuestras posibilidades, y por eso tenemos que pagarlo".
Compruebas que se usa dinero público contándolo en miles de millones de
euros para ayudar a algunos, cuando a ti te faltaron unos pocos miles para no
ver a tu familia mudarse de su entorno, a tus hijos salir de sus colegios, y a
tu orgullo irse para siempre.
Y vuelven a repetirnos: "Hemos vivido
por encima de nuestras posibilidades, y por eso tenemos que pagarlo".
Una persona me dijo el otro día que defendiendo meramente los intereses de los ciudadanos corrientes me hacía poco comercial; y que perdería oportunidades.
No sé si seré más o menos comercial, pero sí sé
que el día de mañana cuando me pregunten dónde estaba y qué hacía en junio del
2.012, diré que estaba perdiendo.
Porque ahora toca perder. A veces hay que tener el honor y el coraje de
estar con el ejército perdedor. Y tal vez cuando nos demos cuenta de que no sólo somos muchos, sino que
tenemos la razón, ganaremos.
No, no tenemos que pagar las deudas
de otros, los excesos de otros, la crisis de otros. Y hay que batallarlo. Tal
vez para perder.
Nos lo dice la razón, el chino que
se enfrentó al tanque en la Plaza de Tiannamen, y el árabe que se quemó a lo
bonzo en el inicio de la Primavera Árabe.
Perdieron... Y ganaron.
Y nosotros vamos a ganar. Porque nos
sentaremos en los bancos prohibidos, como Rosa Parks, la costurera negra que
decidió sentarse en los bancos reservados a los blancos en un autobús de
Montgomery, EEUU.
Y cambió la historia de una nación. La de los bancos.