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lunes, 20 de mayo de 2013

EL MERCADO LABORAL (I): El agua y el portero aplastante


En nuestra comunidad de vecinos el ambiente anda crispado últimamente, y todo a costa del agua. Que no llega.

El problema comenzó el año pasado, cuando el del quinto apareció en una reunión de vecinos con el pelo revuelto y el ánimo más todavía. Al parecer el agua no siempre llegaba a su piso, y esa mañana no había podido ni peinarse.

Aprobamos entonces realizar un estudio del tema, que resultó más caro de lo previsto. Pero al fin teníamos la solución: Había que cambiar las cañerías, que estaban obstruidas y no dejaban pasar bien el agua.

Dos meses de obras nos costó la broma, pero al final encontraríamos la tranquilidad perdida... Hasta la siguiente reunión, donde apareció de nuevo el vecino del pelo revuelto, y otros dos como él: El agua no llegaba ahora a ninguno de ellos.

La bronca fue proporcional al coste del informe primero y de las obras posteriores. Tanto dinero y tanto ruido para nada, pero estaba claro que había que buscar otra solución.

Al final resultó que el problema estaba en los grifos, con un tamaño tan grande que se iba todo el agua por los pisos inferiores sin que llegase más arriba. Pero el tema tenía mayor complejidad, porque resulta que con el tiempo cada uno había instalado tal variedad de modelos diferentes que no había manera de distribuir bien el agua.

Se optó entonces por unificar los grifos de los pisos, reduciéndolos básicamente a un modelo para los baños y otro para el resto de la vivienda, a excepción de la cocina, con un chorro más potente.

Algún vecino propuso, sin gran éxito, que instaláramos una especie de minigrifos que podían distribuir mejor el agua al tener todos una menor capacidad, pero fue rechazado: sólo faltaba que después del camino recorrido tuviésemos que conformarnos con un pequeño chorro que no gustaba a nadie.

Y llegó el gran día, después del famoso informe sobre el caudal de agua de la comunidad, cambiar las cañerías y reducir los tipos de grifos a tres modelos únicamente.

El presidente entró en la reunión de vecinos con cara risueña de "misión cumplida". Pero le duró lo que tardó en ver a la mitad de los vecinos con el pelo revuelto, y la reunión todavía más: ¡El agua no llegaba ya a la mitad de las viviendas!

Se optó por llamar inmediatamente al portero, que se quedó extrañado por su convocatoria a la reunión de propietarios, y más aún por la pregunta acerca de la escasez del agua.

- Me van a perdonar ustedes -comenzó con aplastante lógica- pero es que no llega porque no hay.

Bueno, aquello ya fue lo más. Hasta algún grito se oyó entre los presentes. Por eso, mientras se calman, esperaremos a mañana para seguir con nuestra historia.


viernes, 17 de mayo de 2013

LA DEUDA (III): Mi tía abuela no tiene seis folios


Cuando somos pequeños, nos enseñan a contar:

1, 2, 3, 4... Repetimos todos. En España y en Japón. Ricos y pobres. Los que trabajarán la tierra y los que serán ministros.

1, 2, 3, 4... Si algo ha enseñado esta crisis es que no por tener un currículum de 6 folios, ni un sueldo de las mismas cifras, se sabe evitar que caigamos en el pozo; y sacarnos de él.

1, 2, 3, 4... Aprendió el Presidente del Banco Central Europeo. Y los presidentes del gobierno de todo el continente. Y mi tía abuela.

- Tía, ¿qué tal estás?

- Bien, bien. Pero mis nietos me tienen preocupada...

- Supongo que por la crisis... ¿Y tú como ves la situación, tía?

- Uy, yo de eso no entiendo...

- Pues fíjate que el Estado este año se va a gastar 60.000 millones de euros más de los que gana.

- ¿En serio? ¿Con lo mal que están las cosas? ¿Y cómo lo va a pagar, sobrino?

LECCIÓN 1 DE TÍA ABUELA: Las deudas se pagan. Y si gastas más de lo que ingresas, estando además en tiempos de crisis, sólo aumentas la bola en el futuro.
La deuda del Estado va a llegar pronto al 100% de lo que España produce en su conjunto. Los intereses que pagamos al año por esa deuda es tanto como todas las prestaciones por el paro: 38.000 millones de euros. Y como este año gastaremos 60.000 millones más de lo que ingresaremos, el año que viene pagaremos más intereses aún.
- Bueno tía, ya se verá cómo pagamos la deuda. De todas formas, así conseguimos tener dinero para hoy, que lo necesitamos.

- Pero entonces, ¿de qué vamos a comer mañana?

LECCIÓN 2 DE TÍA ABUELA: Al endeudarnos más, y tener que pagar más intereses, se tendrán que subir más los impuestos a las familias y empresas, y les quitaremos más renta disponible; la poca que tienen.

- No sé, tía, trabajaremos un poco más...

- ¿Más? Ojalá... Ya sabes que mi hijo -tu primo- tiene la tienda vacía, porque la gente no tiene dinero.

LECCIÓN 3 DE TÍA ABUELA: Si se quita renta disponible a empresas y familias, no compran, y entonces las tiendas facturan menos.
Se pagarán entonces menos impuestos en concepto de IVA, IRPF, Impuesto de Sociedades... Y como el Estado no ingresa dinero para pagar su deuda, pide más préstamos. Se pagarán más intereses y se subirán aún más los impuestos para tratar de recaudar más... Y así sigue la bola: Imparable.
1, 2, 3, 4... Cuenta mi tía abuela a sus 91 años.

1, 5, 12, 24... Quieren contar los de los 6 folios y 6 cifras.

Mi tía abuela tiene 91 años. Los demás aún no han llegado.

¿Llegarán? ¿Llegaremos?


jueves, 16 de mayo de 2013

LA DEUDA (II): LA RULETA ESPAÑOLA. Todo al 17 y no te puedes ir


Ayer estuve cenando en un casino. Hacía años que no pisaba uno, y se me había olvidado el ambiente cerrado y de lujo efímero que se respira allí.

Tras el postre, me acerqué a la ruleta, que estaba repleta de gente. Todos ponían unas pocas fichas en las diversas casillas, menos un personaje que llamó poderosamente mi atención: Elegantemente encorbatado y con aire de suficiencia, apostaba siempre a la misma casilla: el 17.

Comenzó perdiendo un par de fichas, pero inmediatamente las repuso para seguir apostando. Y cada vez que perdía, doblaba la cantidad: 2 al 17, 4 al 17, 8 al 17… Y así sucesivamente.

Yo estaba perplejo: ¿No se daba cuenta del riesgo que corría? Pero el elegante señor seguía con su estrategia: 16 al número 17, 32 al número 17… Mientras uno de los que estaban sentados a la mesa miraba mi cara de escándalo y se reía; supongo que de mi inocencia.

Pero ya lo siguiente fue toda una sorpresa: No lo obvio –que al elegante señor se le acabaran las fichas-, sino que de repente se volviese al resto de los que estaban allí y les pidiese parte de las suyas para seguir apostando.

Fue entonces cuando me di cuenta de que no entendía nada, y se ve que se me notó, porque el risueño señor me llevó a un aparte:

- Eres nuevo aquí, ¿verdad?


- Pues sí; y estoy perplejo.

- Mira, el elegante señor es un banquero, y el número 17 corresponde a las Comunidades Autónomas.

- ¿Y cuánto dinero ha puesto allí?, continué.

- Sabemos que 1.235 millones de euros hasta marzo.

- ¿Pero está loco? ¿Como ha apostado tanto dinero? ¿No se da cuenta del riesgo que corre?

- Jajaja -se desternillaba mi interlocutor-: Qué va, siempre sale y le pagan mucho dinero.

- ¿Y si no sale y no puede recuperar su dinero?

- Bueno, ya lo has visto, el resto le damos parte de nuestras fichas.

En el primer trimestre de este año, las Comunidades Autónomas gastaron en conjunto 1.235 millones de euros más de lo que ingresaron.

Ese déficit se financiará con más impuestos o pidiendo prestado más dinero a los bancos, que podrían emplear en pymes y autónomos.

Obviamente los bancos prefieren prestar a las Comunidades Autónomas, pues el Estado siempre las respaldará. Además, en caso de dificultad, nuestros impuestos irán a ayudar a esos bancos que prestan.

- Lo siento, me marcho del casino, exclamé indignado.

- No te puedes ir: El casino somos todos.

Hacienda somos todos…


martes, 14 de mayo de 2013

LA DEUDA (I): El Banco Central Europeo y las galletas de Miguelito


Ayer pude presenciar una escena típica de padre primerizo, pero no por ello menos enternecedora: Mi amigo Miguel tenía en brazos a su Miguelito, de apenas un año, mientras le miraba con cara absorta.

Por si yo había cometido el error de no darme cuenta de las enormes habilidades de su vástago, le dijo con voz cariñosa: "Miguelito, dale una galleta a papá". Sacó entonces el padre la galleta, se la puso en la mano al hijo, y esperó con ansiedad.

En ese momento, Miguelito le dio la galleta, no sin antes pegarle un mordisco. Su padre, entusiasmado, le estampó un sonoro beso al grito de: "Muy bien, Miguelito, muy bien".

El Banco Central Europeo, que se nutre del dinero de todos los europeos, no puede -teóricamente- ayudar a los estados miembros financiándole la deuda que acumulan. Pero claro, una cosa es lo que dice la ley y otra lo que se acaba haciendo...

Cada poco tiempo oímos que España acude a los mercados para conseguir dinero, pues tiene que financiar sus enormes gastos. El resultado casi siempre es el mismo últimamente: "Gran éxito de España a la hora de colocar su deuda, pues ha conseguido todo el dinero que  necesitaba para financiarse".

Pero no se dice tan fuerte que esa deuda española es comprada en buena medida por los bancos españoles, "animados" a ello por el propio Estado. Tampoco tiene que animarles tanto, porque el dinero que usan para la compra se lo da el Banco Central Europeo a un bajo interés, y pueden así invertirlo en comprar una deuda española que tiene un alto interés, ganando mucho dinero sólo con el pase.

De hecho, si cogemos febrero, sólo en ese mes 5.000 millones de euros de deuda española pasaron de estar en manos de inversores extranjeros a bancos españoles.

Por eso, si ya resulta doloroso que tengamos que acudir con tanta frecuencia a pedir dinero prestado para financiar muchos gastos a veces poco comprensibles, más aún es darse cuenta de que la confianza extranjera en nuestra deuda cae a medida que ésta crece y crece.

Además, podemos entender así por qué no hay dinero para financiar a esa pyme y a ese autónomo que conoces en tu barrio, y adónde va el dinero que presta el Banco Central Europeo a nuestros bancos: A la deuda del Estado.

Así que volvamos a Miguel (el Estado), a su Miguelito (los bancos), y a las galletas (el dinero del Banco Central Europeo):

Hoy hemos presenciado una escena, típica de estos tiempos de crisis, pero no por ello menos desoladora: El Estado ha animado a los bancos a pedir préstamos al Banco Central Europeo.

Por si habíamos cometido el error de no darnos cuenta de la importante misión que cumple el sistema financiero para solucionar la crisis, le ha dicho España: "Bancos, ayudad al Estado comprando su deuda". Les ha puesto entonces el dinero en la mano, proveniente del Banco Central Europeo, y ha esperado con ansiedad.

En ese momento, los bancos le han dado el dinero al Estado, comprando la deuda, no sin antes darle un mordisco: el Banco Central Europeo les ha dado el dinero con un tipo de interés del 0,5%, y ellos se lo dan al Estado al 4%, con lo que ganan un 3,5% con el pase.

El Estado, entusiasmado, ha alabado la función que cumple el sistema financiero. Porque hace que fluya el crédito... Al mismo Estado: "Muy bien, sistema financiero, muy bien"


lunes, 13 de mayo de 2013

LA ECONOMÍA, COMO MI CALLE, REAL COMO LA VIDA MISMA


Los que llevan rondando por el blog desde el principio, saben las muchas veces que hemos hablado de los comercios en nuestras calles. De hecho, es uno de los principales índices que manejamos sobre la economía real y su marcha.

Desde hace tres años, he ido siguiendo la evolución de esos comercios en calles concretas de varias ciudades distintas a las que suelo viajar por motivos de trabajo. Me ha servido para tener una referencia real frente al devenir de los datos abstractos que suelen aparecer en las noticias, y sobre todo en boca de nuestros dirigentes.

A lo largo de estos tres años, con dos gobiernos distintos, se nos ha hablado de brotes verdes, rayos de esperanza y síntomas de recuperación; de primas de riesgo que bajaban y crédito que se reactivaba.

Pero una cosa ha sido siempre la misma: El inexorable cierre de comercios en esas calles, como en tantas otras de España.

Ese hecho ha provocado que aquí permaneciéramos indiferentes antes supuestas evoluciones maravillosas de las variables abstractas, porque veíamos tantas pymes y autónomos cerrar, y a personas con nombres y apellidos irse al paro.

Es cierto que algunos -pocos- de esos comercios han sido sustituidos por otros: Si me fijo en las calles que he seguido en esas ciudades, ahora veo que varios bancos han sido sustituidos por perfumerías y alguna cafetería; varias tiendas de moda por todo a 100 chinos, y dos restaurantes por locales de comida rápida para llevar.

Pero ahora el ritmo de cierre parece aún mayor. Y la sustitución por otros comercios -aunque sean de menor nivel económico- no se sucede tan rápido. Por eso ayer, cuando una señora de avanzada edad me preguntó cómo veía "la cosa", le dije que "la cosa" podía verla si trataba de recordar su vida en los años 60. Porque el panorama de nuestras calles está volviendo a esa época, al menos en lo comercial.

Por ese motivo, no nos cansaremos de repetir que hay que centrarse en la economía real, en las pymes y en los autónomos. Para tratar de salvar lo existente. Mientras llega esa recuperación económica como a finales de los 60.

Porque podemos seguir con planes etéreos para que mucha gente cree supuestas empresas que mejoren la economía. Pero la primera economía real es que dejen de cerrar nuestros comercios.

Y para eso hay que hacer en primer lugar una única cosa: Dejar de agujerear el bolsillo de los ciudadanos para sacar impuestos que se dedican a temas inútiles o escandalosos.

Para que puedan comprar. En esos comercios. Donde hay pymes y autónomos concretos. Y personas con nombres y apellidos trabajando.

Reales. Personas, pymes, autónomos. Para una recuperación económica real.


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