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lunes, 12 de septiembre de 2011

LA ECONOMÍA A LA DERIVA: Tranquilos, el capitán se va “por motivos personales”…

Vamos por el Atlántico de viaje en barco. La travesía está siendo algo más movida de lo que esperábamos, porque hay muchas olas. También ha habido una gran tormenta; pero parece que ya ha pasado.

Estamos en la cubierta tratando de coger un poco de aire, y pensamos que lo peor del viaje ya quedó atrás. De repente suena por el altavoz la señal de aviso:

“Señores pasajeros, les comunicamos que el capitán ha decidido dejar el barco... Por motivos personales”.

Pues eso pasó el viernes, cuando el Economista jefe del Banco Central Europeo decidió abandonar el Banco. ¿Por qué?: Motivos personales...

Cuesta entender que, cuando se trata de la economía, se nos trate a los ciudadanos como a niños pequeños; a los que no se puede decir toda la verdad en tiempos malos para que no se traumaticen.

Pero el problema es más profundo: cuando se trata de instituciones oficiales, los verdaderos dueños somos los ciudadanos, que soportamos con nuestros impuestos dichas instituciones, o votamos a sus integrantes. O en el caso del Banco Central Europeo, votamos a los dirigentes de los países que luego los eligen.

¿Cuáles son los motivos personales?

Tal vez ese dirigente ha sufrido la muerte de su esposa y no puede trabajar, abatido por la tristeza. O sus padres enfermos no tienen persona que les cuide, y en el deseo de darle los mejores días finales a sus progenitores, decide estar todo el día pendiente de ellos…

Pero si hay otros motivos, los ciudadanos tenemos que saberlos. Porque ese Banco Central Europeo, que parece tan lejano, es el que marca en buena medida la marcha de nuestra economía. Pero no en abstracto: lo que te cuesta la cuenta del supermercado, si llegas a fin de mes para pagar la hipoteca, y hasta los libros de tus hijos.

Y lo peor es que todos saben que las razones son otras, pero lo "correcto" es decir que se va por motivos personales.

¿Cómo puede el capitán del barco decir que se va “por motivos personales”, cuando resulta que se va en un bote salvavidas porque el barco hace aguas?

Acaso no tenemos derecho a saber los ciudadanos, que lo hemos nombrado, temas como:

- Que el Banco Central Europeo no para de comprar deuda española e italiana; que eso está prohibido pero que se ha hecho por la mala situación de esos países; y que se ha comprado –y se compra- tanta deuda, que pueden irse a pique los demás miembros de la Unión Europea.

- Que los bancos tienen depositados buena parte de sus fondos en el Banco Central Europeo, porque no se atreven a prestárselos a los ciudadanos ni a sus empresas, a los Gobiernos para que paguen sus deudas, y ni siquiera a los otros bancos, por si quiebran.

- Que Grecia está al borde de la bancarrota porque ha sido incapaz de reducir su gasto público como se le había exigido; que las personas mandadas allí por los organismos que le tienen que prestar dinero para sacarla del agujero se han marchado del país, ya que sus dirigentes no les hacen ni caso (porque claro, ellos también están asfixiando al país con sus medidas…)

Si son estos motivos… ¿Es que no tenemos derecho nosotros también a montarnos en un bote salvavidas antes de que el barco se hunda?

Nos dirán que intentan que no cunda el pánico en el barco... cuando la tripulación ya está a salvo en sus botes. Pero, ¿por qué no dar toda la información -descarnada, al desnudo- para que luego los ciudadanos tomemos las decisiones que estimemos oportunas?.

Y así, como la economía no son grandes números, sino los números de cada uno, que cada cual haga lo que estime conveniente: para él y para su familia. Y que no pidan pensar en la economía general a los que sufren las decisiones, pero no las toman.

Por tanto, la verdad. Y si cunde el pánico, porque la gente se lanza a buscar un bote salvavidas… Será porque no hay para todos.

Y, ¿Por qué no hay botes salvavidas para todos? ¿Quién o quienes eran los encargados de construirlos?

El pánico para ellos. No para nosotros.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Y EL TITANIC NO SE HUNDIÓ: Hay solución para nuestra economía

De acuerdo, lo hemos hecho mal. Es verdad, hemos gastado más de lo que teníamos: Nosotros, las empresas, el Gobierno…

Y es más, nos hemos creído todos ricos. Hemos comprado lo que no necesitábamos: más plano -las televisiones-, más grande –nuestros pisos-, más lejano –nuestros viajes de vacaciones-.

Pero… ¿Y ahora qué?

Ya sabemos nuestros errores, y estamos dispuestos no sólo a resolverlos ahora, sino a cambiar, que es más difícil.

También conocemos que eso traerá “sangre, sudor y lágrimas”, pero ¿acaso no hemos dicho los españoles en las encuestas que estamos dispuestos a hacer ese sacrificio a cambio de salir del agujero?

¿Entonces?

El barco de nuestra economía está parado, y con una brecha en el costado tragando agua, así que de hacer algo tiene que ser de inmediato. Y además, hemos de pensar desde ya qué haremos cuando la grieta esté tapada.

Porque lo primero es querer tapar la grieta -y hacerlo-, pero luego tendremos que ver cómo conseguimos que el barco se mueva; de manera distinta a cómo lo ha hecho hasta ahora, que ha encallado.

Para que el barco flote... Y navegue:

A) TAPAR LA VÍA DE AGUA

Esa vía de agua es el dinero a chorros que gasta el Estado.

El problema no es sólo que derrocha de una manera que nos solivianta (aeropuertos inútiles, televisiones locales, eventos -con cátering- sin mucho sentido, sueldos astronómicos…), sino que también gasta lo que no tiene.

Y si rabia nos dá que tengamos una deuda que pagarán nuestros nietos, el problema es también el presente que nos ahoga. ¿Cómo? Pues muy sencillo:

- El Estado gasta más de lo que ingresa por impuestos.

- Para ello pide préstamos a los bancos.

- Como los bancos no andan sobrados de dinero, tienen que elegir entre prestártelo a ti o a tu empresa (que no les da mucha confianza porque piensan que lo más probable es que tu negocio quiebre), o prestárselo al Estado.

- Se lo prestan por supuesto al Estado, porque piensan: un Estado siempre tiene más posibilidades de no quebrar que un particular. Pero es que además, si tú quiebras, el banco pierde su dinero; y si el Estado quiebra, viene Europa y le rescata. Así que prestarle al Estado es como prestarte a ti, pero con el aval de un tío millonario. No tiene dudas…

- Te quedas tú por tanto sin préstamo. Pero es que además, si algún banco se decide a prestarte algo, te pone los intereses por las nubes: El Estado pide tanto prestado, que los bancos le cobran cada vez más. Y ahora llegas tú, que eres para ellos menos seguro que el Estado, y ¿cuánto te cobran?: La barbaridad que le cobran el Estado más otro tanto. Total, que mejor te vas a tu casa sin préstamo y sin negocio.

Por tanto, lo primero es taponar la vía de agua, el gran gasto del Estado. Pero no un poco: mucho; muchísimo. Y hasta que se tome una medida que nos deje con la boca abierta, no será muchísimo.

Ahora podemos pensar qué nos dejaría con la boca abierta (otra cosa sería poco para la inmensidad que debemos):

- ¿Que desapareciese el Senado, se redujesen los diputados a la décima parte y que los ex parlamentarios no tuviesen pensión? Tal vez…

- ¿Que los ayuntamientos por ley tuviesen que alcanzar cada año un superávit del 5% hasta dejar su deuda a cero? Esto sí suena asombroso…

- ¿Que se establezca un nuevo contrato para parados actuales, libre en cuanto a días y con un sueldo mínimo, para quien quiera conseguir algo de trabajo; y así el que tenga dinero –véase españoles adinerados, un jubilado inglés en la costa del sol, o quien sea- contrate no ya un secretario o  alguien que le cuide, sino un chófer, una planchadora y hasta un ama de llaves?

¡Esto es injusto! ¡Atenta contra los derechos sociales! Si yo no digo que no... Pero ¿quién paga el año que viene los 30.000 millones de euros del paro? ¿Un impuesto a los ricos que aportará como mucho 600 millones? ¿O acaso una bajada de impuestos, que recaudará aún menos?

Algunos dirigentes están empezando a darse cuenta de la necesidad de defender no ya al trabajador, sino al que no tiene trabajo, ni contrato a la vista que pueda defenderse; y de lo desesperante que es levantarse cada mañana sin nada nuevo que hacer bajo el sol; de lo humillante que es andar pidiendo a propios y extraños; y sentarse todo el día en un banco; y hasta dormir en él…

Todo lo demás no nos dejaría con la boca abierta. Serían retoques. Pero el barco no necesita pintura… Se hunde.

B) ACHICAR AGUA

Bien, y cuando el barco esté de nuevo a flote, y con la vía de agua cerrada, seguirá teniendo medio casco lleno de agua -de deuda-: ¿Qué hacemos?.

Para no seguir dependiendo de lo que nos manden los tan mencionados mercados, ni lo que ordene Ángela Merkel –porque si no sus votantes dejarían aún más de votarla, y el que venga después se cebaría con nosotros-, hay que reducir deuda.

Y si que el Estado no gaste mucho nos parece inalcanzable, gastar lo mismo que ingresa una quimera, y ahorrar una utopía… Pues hay que ir a esas medidas que nos dejen con la boca abierta, porque si no, como mucho gastaremos menos, pero no saldaremos deuda.

Más vale unos años de esfuerzos para luego poder descansar un poco, que estar siempre esclavizados y pagando unos intereses que nos sangran: A nosotros y a nuestros hijos; y nietos.

C) NAVEGAR

Una vez que lleguemos de nuevo al punto inicial, con un barco flotando, es el momento de navegar sin cometer el mismo error. Pero lo primero es saber cuál ha sido ese error…

La grieta no ha sido el fallo:

Una vez que el Estado deje de gastar a manos llenas, que es en lo que estamos ahora centrados, el problema no habrá desaparecido. No se nos irá el dinero por la borda, pero el barco seguirá sin avanzar.

El iceberg tampoco ha sido el problema:

Hemos chocado con la crisis económica, y nos ha hecho una raja tremenda. Pero hay países que la han sufrido menos. Incluso otros no la han sufrido. ¿Por qué teníamos que estar necesariamente entre los perdedores? Y de los más perjudicados…

Entonces, ¿dónde está el fallo?

Pues ha sido doble: no tener un barco preparado para ir por las aguas de la crisis, e ir demasiado deprisa con un barco muy endeble.

- En primer lugar, nuestro barco no estaba preparado….

Teníamos una economía basada en la especulación, en el dinero rápido y fácil. Y como todo el mundo ganaba (promotores, constructores, fontaneros, fabricantes de muebles, ayuntamientos…) nadie se planteó si podíamos vivir eternamente de un crecimiento económico (más y más pisos) no basado en un fundamento sólido.

Y ese pilar sólido es la competitividad. En cristiano: ser mejores que los demás. En algo; que los demás no pueden hacer igual que nosotros.

Pero claro, si nuestra economía y su crecimiento se basan en el enriquecimiento rápido y sin esfuerzo… Eso no es competitividad. Eso lo saben hacer todos: En Francia, China y Nueva Zelanda.

Competitividad es trabajar más intensamente que los demás, tener habilidades que otros no tienen porque te has formado a fondo, poseer unas empresas líderes en su sector sin que nadie les haga sombra, tener una administración ágil y sin apenas burocracia...

En definitiva, que te pregunten: "y vosotros, españoles, ¿qué es lo que hacéis que nadie hace mejor?" Y no tener que responder: "enriquecernos en el menor tiempo posible".

- Y nuestro barco iba demasiado deprisa…

Ese barco basado en un crecimiento sin competitividad, tenía además unos motores excesivamente alimentados: ¡Iban siempre a toda máquina!

Porque los bancos también querían su trozo tarta: Si tú querías comprarte una casa… No te preocupes, aquí tienes para la casa, los muebles y el coche. ¿Que a tu mujer le han subido el sueldo? ¡Enhorabuena! Celebrémoslo con otra  hipoteca que te concedo para un apartamento en la playa…

El barco débil -todos de fiesta en cubierta- a toda máquina por el océano… ¿Quién iba a oír -o quería oír- que venía un iceberg?: Nadie.

Y chocamos. Vaya si chocamos…

Pero va a llegar un momento, si conseguimos -a pesar de tanta demagogia actual- tapar la grieta del derroche y achicar el agua de la deuda, que volveremos a estar a flote; y entonces será el momento de empezar de nuevo, más lentos y con una embarcación mejor.

Para ello, tendremos que crecer no en lo que se nos ocurra para hacer dinero rápidamente otra vez, sino en aquello en lo que seamos mejores. Habrá que localizar ese hecho diferencial nuestro, y entonces trabajar en ello con todas nuestras fuerzas.

Y gastar sólo lo que ganemos -nosotros y el Estado-, y tal vez un poco menos para conseguir unos ahorros.

Claro que somos mejores en algo:

- Este año los ingresos del turismo en España han crecido un 7%. ¿Si la naturaleza nos ha privilegiado, por qué pensar en otras cosas?

- Nuestra agricultura intensiva ha sufrido, entre otros ataques, la injusta acusación del  e.coli y las trabas del paso de la frontera francesa (por algo atacarán estos productos, que son los que más crecen y aportan a nuestra economía…)

- Un grupo de empresas españolas ha ganado el macro-contrato para la construcción del AVE entre Medina y La Meca (Arabia Saudí). Lugar donde no hablan español. Y a pesar de todo…

Una vez estudiada la realidad de lo que nos ha pasado y lo que nos ocurre, habrá muchas propuestas. Y seguro que muchas ideas. Pero como decía Picasso, la inspiración te tiene que encontrar trabajando.

Ojalá cuando el barco empiece a navegar de nuevo, nos encuentre a todos trabajando en lo que somos competitivos. De modo intenso, y con la velocidad justa. Sin derroches. Con esfuerzo.

Y también con ahorros para las vacaciones…

jueves, 8 de septiembre de 2011

LA REALIDAD DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA: Desnudos al frío

La situación económica que nos está tocando vivir, ha hecho que nos demos de bruces con una realidad que creíamos ya superada. Y han vuelto a aflorar las enseñanzas que generaciones pasadas nos transmitían, y pensábamos ya relegadas a los libros de historia:

- Hay pocos ricos y muchos pobres
- Los ricos mandan y los demás se reparten las migajas.
- No te creas lo que no eres.
- El tiempo acaba poniendo a cada uno en su sitio...

Y también que la realidad supera a la ficción: Ayer me topé -de nuevo- con un escenario callejero que hace años nos hubiese parecido de un país y un mundo distintos: varias decenas de personas con bolsas, sacos y carritos de la compra rotos, peleándose por la comida caducada que un supermercado había depositado en un contenedor de basura.

Al final nuestra burbuja se ha pinchado, y nuestro mundo se ha mostrado en una realidad que pensábamos caducada. Y esto, que perciben las personas normales y a pie de tierra, es lo que muchas veces tardan en descubrir nuestros dirigentes y agente económicos.

En este blog siempre hemos tratado de apuntar a los hechos en toda su desnuda realidad. Así podremos primero percibir esa realidad tal y como es, y luego tomar las decisiones que estimemos convenientes. Pero sin engaños ni dulcificaciones de los hechos.

Los ricos mandan y el resto nos repartimos las migajas…Pero ahora que en España se concentra una mayoría de no-ricos (por no decir pobres), al menos intentemos conservar las migajas que nos han quedado.

Para ello, hay que ver la realidad tal y como es, sin confundirla con lo que nos gustaría. Sólo así podremos prepararnos para lo que pueda llegar, para lo que ha llegado:

Y estos son hechos, realidades:

LO QUE NO CAMBIA

Podemos pensar que todos estamos en crisis, que la economía nos ha golpeado de manera implacable y por igual… Que todas las empresas están despidiendo gente. Pues…

La marca número 1 del lujo mundial, Louis Vuitton, ha incrementado sus ventas este año un 25%.

Si algo ha hecho la crisis ha sido acentuar la brecha entre ricos y pobres. O más exactamente: ha barrido a las clases medias. Y esto en un momento en que no para de hablarse de derechos y conquistas sociales.

LO OBVIO

Lo obvio no se explica, y si se explica es que ha dejado de ser obvio...

El martes nuestra Ministra de Economía salía en Televisión Española afirmando con rotundidad que España no sería intervenida.

Para preocuparse aún más....

LO IMPOSIBLE

Hace dos días nuestro Presidente, en su viaje por Turquía, declaró que España podía financiarse por sus propios medios, sin ayuda de nadie.

La semana pasada España trató de colocar en el mercado 4.000 millones de euros de deuda. Como nadie quería comprarla, el Banco Central Europeo tuvo que hacerlo para que no cundiese el pánico.


El lunes el Banco Central Europeo tuvo que comprar nuestra deuda de nuevo, y a persar de todo nuestra prima de riesgo se disparó.


Desde agosto el BCE ha comprado ya 56.000 millones de euros de deuda española e italiana.

Estamos con respiración asistida, y no podemos hacerlo por nosotros mismos. Esto es un hecho, del que hay que partir para tratar de encontrar una salida mientras pueda existir. Otra cosa nos lleva a la tumba.

LOS QUE NO CONFÍAN

Mientras se lanzan mensajes de calma a los mercados, diciendo entre otras cosas que el sistema financiero es sólido y aguantará la tormenta…

Los bancos de toda Europa tienen depositados 150.000 millones de euros en el Banco Central Europeo.

Los bancos pueden prestar dinero a los particulares o empresas, comprar deuda del estado, prestarles a otros bancos, o… no fiarse de nadie y depositar el dinero que tienen en el BCE a la espera de tiempos mejores.

Antes de la crisis los bancos tenían de media 300 millones de euros en el BCE, y ahora 150.000… No se fían ni de los otros bancos, por si se hunden y se quedan sin su dinero. ¿Y a nosotros nos piden confianza?

LO IDEALISTA

Ante las proclamas de que los más desfavorecidos no sufrirán los recortes, y que se subirán los impuestos a los ricos…

El año que viene los costes para la Seguridad Social del paro serán de 30.000 millones de euros. Lo pongo en pesetas: 5.000.000.000.000.

Si los ciudadanos alemanes están castigando en las urnas a Ángela Merkel por ayudar a países como el nuestro, y puede que la echen…

Si “los ricos” no tardan más de 24 horas en cambiar su residencia fiscal o en crear una empresa fuera de España si notan que les suben los impuestos, para no pagarlos...

¿Quién costeará ese dinero?

LA REALIDAD

Tras 30 años pensando que la democracia había dado la soberanía al pueblo –éramos libres–, y unos pocos menos pensando que teníamos derecho a todo –éramos ricos–:

- Hemos cambiado la Constitución por imposición exterior.

- Estamos diciendo que no hace falta que Europa nos intervenga (embargue) la economía y el país. Pero por detrás rogando que nos compren nuestra deuda que nadie quiere. 

Cambiamos nuestra soberanía. Y suplicamos… Es lo que toca. Realidad desnuda.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

NUESTRA ECONOMÍA A LA MÁXIMA VELOCIDAD: Frena tú, Ángela

El lunes fue de los de olvidar en los mercados, y especialmente en España. Y ayer martes el batacazo fue de escándalo. La bolsa ha bajado en los dos días más de un 6%.

Y como las noticias primero se niegan, para luego darlas por hecho, pues el hecho de que estemos en recesión comienza a no discutirse: los datos nos lo dicen a gritos.

Al final va a ser como este blog, que cuando no hace ni un mes nacía con el título "diario de la quiebra (de España)", parecía un poco apocalíptico. Y mira por donde nos acabamos de enterar que en agosto estuvimos al borde del precipicio...

Siempre la misma historia: tratarnos como a niños pequeños que no pueden enterarse de la realidad. Una realidad que nos dulcifican, para luego darnos el susto a toro pasado. El problema es que ahora no paran de pasar toros...

Porque en realidad, ya saben nuestros dirigentes que ese borde del precipicio ya lo hemos pasado. Ahora estamos con la respiración asistida del Banco Central Europeo, pues como Alemania no quiere regalarnos los eurobonos, no para de comprar nuestra deuda para que parezca que el enfermo está sano.

No es casualidad que en nuestro afán de dar a los lectores armas de juicio de la realidad, sin intereses ni lenguaje políticamente correctos, estemos centrados esta semana en la prima de riesgo. Es un dato objetivo que -guste o no- marca el estado de nuestra economía; la veracidad de los mensajes que nos lanzan.

Y ahora que algunos dicen que no hay recesión, que en todo caso una desaceleración más pronunciada; cuando quieren mantenernos en casa con la música alta para no oír lo que ocurre fuera...¿Quién llama fuerte a nuestra puerta?: ¡La prima de riesgo!

Después de nuestro artículo del lunes (“LA PRIMA DE RIESGO Y LOS EUROBONOS: ¡A la rica naranja!”  http://goo.gl/9vz9B ), donde se trataba de aclarar por qué Alemania no quiere los eurobonos - precisamente por la prima de riesgo de países como el nuestro-, uno de los lectores me pregunta si la prima que hemos alcanzado esta semana (330 puntos) es ya demasiado alta; si es peligrosa.


Sabemos ya que la prima de riesgo española es la diferencia entre los intereses que pagamos nosotros por pedir prestado para pagar nuestra deuda, respecto a lo que paga Alemania. Así, si los alemanes pagan un 2% y nosotros un 5,3%, nuestra prima de riesgo es de 3,30%.

En economía, que a la que a veces gusta enrevesar las cosas, se dice que nuestra prima de riesgo es de 330 puntos (lo mismo que un 3,30%).
Ahora bien, ¿cuál es la prima de riesgo adecuada?, ¿cuál es la peligrosa?. Muy sencillo:

Nuestra prima de riesgo es como la velocidad de tu coche cuando vas por una autopista: Puedes ir a distintas velocidades, pero no es recomendable pasarte con el acelerador, pues corres el riesgo de quedarte en la cuneta.

- Puedes ir a 100 km por hora, es decir, tener una prima de riesgo de 100 puntos (el 1%). De esta forma vas muy seguro. No tienes riesgo de accidente y el coche (la economía) no sufre. Pides un poco de dinero prestado (deuda) para hacer crecer más tu economía. Como no pides mucho, el interés que te cobran es poco. 

Pero por otro lado, tus acompañantes (los ciudadanos) te dicen: hombre, anímate un poco y no seas tan “miedica”, písale un poco más. Es decir, gasta un poco más en obras públicas, dar subvenciones... Y endéudate, que tampoco pasa nada.

- Y entonces, casi sin darte cuenta, el coche se te pone a 150 por hora. O sea, la prima de riesgo es de 1,5%: pagas por tu deuda, que ya es más grande, un 1,5% más que Alemania.

A 150 km por hora no vas del todo mal. El coche sufre un poco más (la economía no crece tanto porque los préstamos de los bancos a las empresas, que se guían por la prima de riesgo, son más caros). Pero, poniendo atención, consigues no salirte en las curvas.

Como ves que después de unos kilómetros no te has salido, y el coche aguanta, te endeudas aún más, y construyes infraestructuras que no son del todo necesarias, celebras grandes eventos, creas empresas públicas y contratas muchos asesores…

- Y el coche se te pone a 220 por hora. La prima de riesgo es ahora del 2% (200 puntos). Tu deuda empieza a ser muy grande y los bancos te cobran más intereses por prestarte.

Y te asustas. Ya no es tan fácil controlar el coche en cada curva, porque te acercas demasiado al guardarraíl. Además, el motor empieza a emitir ruidos raros: las empresas cierran porque no tienen crédito, el paro sube mucho…

Intentas a la desesperada frenar el coche, y cortar el enorme gasto de las administraciones públicas. Pero la inercia es tan grande, que por mucho que intentas frenar, vas cada vez más y más rápido.

- Entonces miras el cuentakilómetros y marca 330 por hora (nuestra prima de riesgo actual). El coche ya es ingobernable. Derrapa y está a punto de estrellarse en cada giro. Ya ningún banco quiere prestarte para que pagues tu deuda, ni siquiera al 3,3% más que Alemania.

Pides ayuda a otro vehículo que te cruzas, con matrícula BCE (Banco Central Europeo) y conducido por una alemana. Este coche, en un intento desesperado por pararte, se sitúa delante del tuyo, y consigue reducir tu velocidad a 300 (por eso la prima de riesgo baja de 330 puntos a 300 de modo artificial, porque Alemania hace que el BCE nos compre nuestra deuda -que no debería hacerlo- para que en los mercados parezca que sí hay bancos que la quieren)

Pero los frenos del vehículo BCE empiezan a echar humo tratando de ayudarte (te tiene que comprar casi toda tu deuda, porque nadie lo hace), y no para de decirte la alemana con la mano que trates tú también -y tus acompañantes, los ciudadanos- de frenar (que gastes no ya un poco menos, sino muchísimo menos).

Le contestas a voces que no puedes, que no te atreves a bajar la radio –que la tienes a tope con música chill-out- y decirle a tus ciudadanos que os vais a estrellar, porque no les has dicho nada hasta ahora y se van a asustar (no aceptarán los tremendos recortes necesarios, para no gastar tanto y para pagar la deuda existente).

La alemana del coche del BCE agarra un gran enfado. Además, los ocupantes de su coche no paran de decirle que se quite de delante tuyo y te deje estrellarte solo, o se van a estrellar ellos también. Y que o lo hace ya o dejarán de votarla.

Y así vamos. Sin frenos y dependiendo del BCE. De Ángela Merkel y de sus votantes alemanes. Y pidiéndole a San Cristóbal que no llegue una gran curva… Y que no deje de ayudarnos Alemania.

Nosotros no tenemos frenos: Los vendimos para comprar más gasolina.

Muy preocupante. Sehr beunruhigend.

martes, 6 de septiembre de 2011

PODRÍAMOS ESTAR EN RECESIÓN: Nieve en el pelo y te avisan de iceberg

Como venimos comentando desde la creación de este blog, es importante ver la economía como la suma de muchas personas individuales. Sólo así se podrá acertar a la hora del diagnóstico, y de las recomendaciones acerca de las diversas situaciones.

De otra forma, los grandes números no nos dejarán ver las historias -ahora dramas- que esconden las cifras. Y podemos llegar a situaciones como la presente, donde algunos de nuestros dirigentes y agentes económicos discuten acerca de si "podríamos estar en recesión". Y lo que es peor... Algunos no lo creen.

Tras las umerosas reuniones del Fondo Monetario Internacional -con su nueva presidenta Lagarde a la cabeza-, del Banco Central Europeo, del Consejo de la UE, del Parlamento Europeo, de los primeros ministros de los distintos países, con sus miles de asesores, analistas y secretarias...

Y discuten ahora si “podríamos estar en recesión”. Y lo que es peor... Algunos no lo creen.

Es importante el tiempo condicional del verbo: “podríamos”, que implica algo de lo que no se está del todo cierto, o no se quiere afirmar con rotundidad. No vaya a ser que luego no corresponda con la realidad, y se le pueda tachar al autor de poco informado, o falto de capacitación.

Tal vez podrían (ponemos el tiempo condicional) haber ya intuido esa situación hace meses, al menos en España, ante las miles de pymes destruidas, los 5 millones de parados, o las colas en los comedores de Cáritas…

Acaso viendo cómo cerraba un comercio tras otro en las calles, por la falta de clientela y de crédito…

Tal vez acudiendo a los concesionarios de coches, donde los comerciales escogen cada mañana entre una decena de juegos de internet -y hasta de mesa- con los que matar el tiempo…

O incluso preguntándose por qué se marchaban los vecinos de sus casas tras recibir un mandato judicial de desahucio…

Y discuten ahora si “podríamos estar en recesión”. Y lo que es peor... Algunos no lo creen.

No sé si esos cientos de dirigentes, recibiendo el asesoramiento de sus miles de ayudantes y analistas, habrían entendido:

- Que el crecimiento de la actividad de nuestra economía (con un índice que la mide) fue del 0,5% (¡ni un 1%!) en el primer trimestre, un 0% en el segundo, y un -0,1% en el tercero.

- Y el crecimiento del Producto Interior Bruto en España -todo lo que producimos-, no llegará al 1%. Que en 2012 se espera un -0,3% (negativo) y no el 2% que previeron. 

- Que la construcción ha caído un 44%.

- Y las hipotecas un 42%.

- Que 25 grandes empresas españolas cotizadas en bolsa han caído este año un 30%.

- Y el consumo ha descendido un 5%.

- Que ha caído el índice de producción manufacturera.

- Y el índice de confianza del consumidor.

Y discuten ahora si “podríamos estar en recesión”. Y lo que es peor... Algunos no lo creen.

Hoy no hay ejemplos, no hay historia que contar en este blog. Son las historias de todos nosotros.

Nosotros, que nos preguntamos: ¿No nos merecemos al menos un imperativo, y no un condicional?

No “podríamos estar en recesión”: ¡ESTAMOS EN RECESIÓN!

El iceberg ha rajado ya la tercera y segunda clases, y el capitán y la tripulación discuten si “podría haber un iceberg”.

Si no conocen la realidad, esa que no tiene coche oficial, ni hotel de cinco estrellas con cámaras en la  puerta, ni reuniones de gente importante… Si no ven el iceberg, sino que analizan si “podría haber un iceberg”… ¿Vamos a esperar que viren el barco a tiempo?

Estamos con el agua al cuello, y nos dicen que nos vamos a mojar. Porque los que tienen que mojarse no se mojan. Ni avisan. Ni actúan. Discuten...

... Si “podríamos estar en recesión”. Y lo que es peor... Algunos no lo creen.
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