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sábado, 3 de septiembre de 2011

FIN DE SEMANA: Nuestro blog hasta el lunes

Culminamos una nueva semana crucial para la economía española. Desde el blog hemos tratado de profundizar en el funcionamiento de los mercados y en cómo ven a España desde fuera (“Y AL FINAL SEREMOS TODOS JUZGADOS... POR LOS MERCADOS: ¡Arrivederci amigos!” http://xurl.es/2sep ). Para descubrir que nos dicen que “Necesita Mejorar”. Menos mal que no usan la denominación “Suspenso”…

La conversación condescendiente de Ángela Merkel con nuestro Presidente, o las palmaditas de Hillary Clinton en esa misma reunión,  no han bastado para que los fondos de inversión –que ya dijimos que no son tontos porque se juegan mucho dinero- compren de manera decidida nuestra deuda (“QUE VIENEN LOS MERCADOS… Y tú buscando un traductor” http://xurl.es/31ago ).

De nuevo salió en rescate nuestro el Banco Central Europeo. Una vez más Merkel, la que manda en ese banco, permitió que nos comprara la deuda que nadie quería: Para evitar que se note en los mercados que nos sigue yendo más que regular.

La tan sonada modificación de nuestra Constitución, por no hablar del impuesto a los ricos (“DE PERDIDOS AL RÍO... Nuestra economía sin rumbo” http://xurl.es/29ago ) de poco sirven si no se percibe desde fuera que hemos cambiado. Que ya no gastaremos más de lo que tenemos.

Y eso ya sabemos que no se demuestra poniendo cara de bueno, o diciendo “no lo haré más”. Y desde luego tampoco con palabras rimbombantes huecas de contenido real ("LA ECONOMÍA SIN ENGAÑOS: Sin alfombra duelen los pies" http://xurl.es/30ago ).

Realidades, realidades, realidades. Pero eso ya lo sabes tú, y más si fueras ministro ("LA ECONOMÍA ESPAÑOLA: Un ministro, una tila y dos japoneses" http://xurl.es/1sep ).

Esta semana nos ha dejado también la alegría de ver cómo se incorporan al blog países como Angola, El Salvador, Honduras, Rusia, Singapur o Vietnam: son ya 56. Agradezco mucho vuestros emails, tweets y comentarios. Sabéis que son la fuente de lo que aquí se escribe; y el impulso de nuestra labor.

Quiero también desde aquí agradecer las referencias en prensa de diarios digitales como Hispanidad. Y la entrevista que nos han realizado desde otro medio, que aparecerá a final de mes. Respecto al libro recopilatorio de los artículos que van apareciendo aquí, tal y como alguno me habéis pedido… Os pregunto a vosotros si sería útil.

Gracias a todos y buen fin de semana. Nos seguimos viendo, como siempre, el lunes.


viernes, 2 de septiembre de 2011

Y AL FINAL SEREMOS TODOS JUZGADOS... POR LOS MERCADOS: ¡Arrivederci amigos!

Si hay algo que distingue a la economía de la política, es que la mentira no dura en la primera ni dos minutos; mientras que en política puede ser complicado descubrirla. O al menos tarda más en aparecer.

Esos “mercados”, que ayer describimos aquí como los prestamistas de los países, son muy difíciles de engañar. Porque se juegan el dinero. Y cuando hay dinero de por medio...

Un ejemplo: Hace poco el Presidente del Banco Central Europeo (BCE) hizo una declaración pública, diciendo que no había que preocuparse por Italia y España: el BCE compraría la deuda de esos países sin ningún problema.

Inmediatamente, los políticos de dichos países se sintieron aliviados. Incluso algunos lo vieron como signo del inicio de tiempos mejores.

Y los mercados… Huyeron de Italia y España. ¿Por qué? Pues muy sencillo. Cuando te estás jugando tu dinero, ves las cosas de otra manera. Es decir, ves la realidad desnuda. Y estás siempre con la mosca detrás de la oreja.

Esos mercados pensaron: mal tienen que ir las cosas en esos países cuando el Presidente del BCE tiene que salir a defenderlos. Luego, ¡arrivederci amigos!

Lo obvio no se explica, y si se explica es que ha dejado de ser obvio. ¿Os imagináis qué pasaría si de repente Angela Merkel saliera en público, y dijese que “no hay que preocuparse de que la economía alemana se hunda”? Ya lo sabéis: la economía alemana caería inmediatamente… Si es obvio que no se va a hundir, ¿por qué hay que decirlo?

Con un punto de ironía, pero totalmente cierto, podemos decir que a España le pasa muchas veces lo contrario. Así, hace unos días apareció publicado que no cumpliríamos las previsiones de crecimiento. Y el mercado… Ni se inmutó: Todos ya daban por supuesto que no lo cumpliríamos.

No quiero ni imaginar el día que cumplamos nuestros objetivos… ¡La bolsa se disparará! Claro, nunca los hemos cumplido…

Por tanto, ya sabemos que a los mercados -que son grandes bancos e instituciones financieras que manejan enormes sumas de dinero- no los engaña nadie. Ni siquiera el gobierno de un país. Y esto por una sencilla razón: son más grandes que esos países.

Un dato: sólo uno de los intervinientes en "los mercados", un fondo de inversión llamado Blackstone, tiene el equivalente al doble de toda la producción anual de España. Pero toda... toda.

O sea, que si España produce en torno a un billón de euros al año, Blackstone invierte 2 billones. En cifras:
- 2.000.000.000.000 de euros.
- 332.772.000.000.000 de pesetas.
Entonces, ¿quiénes son los actores más importantes de los "mercados"?:

- Bancos de inversión: Poseen grandes cantidades de dinero de sus clientes.

- Fondos de inversión: Agrupan el dinero de mucha gente. Por ejemplo los fondos de pensiones privados, que contienen parte del dinero que las personas ahorran mientras trabajan para tener una buena jubilación futura. Y sumado forma una suma enorme.

- Fondos soberanos: Como los anteriores, pero reciben el dinero de países muy ricos, sobre todo por el petróleo. Así, el fondo de Qatar, de Kuwait…

- Fondos de inversión privados de alguna persona o un grupo pequeño de personas: tienen mucho dinero y ellos solos se bastan para formar un fondo.

¿Y qué hace el Gobierno cuando acude a los "mercados" para colocarles la deuda que generamos? Pues muy sencillo:

- Nosotros tenemos que ir a la sucursal del banco para convencer al director de que nos dé un préstamo. Y vamos temblando porque sabemos que es casi misión imposible.

-El Gobierno tiene que ir a “los mercados”, lo cual no es sino organizar una reunión con los Directores de esos grandes bancos y fondos de inversión, para pedirles que compren nuestra deuda. Y también va temblando.

Es tan parecido a lo que hacemos nosotros, que sólo hay que tener presentes algunos datos:

- Así como es impensable que el director del banco vaya a nuestra casa para ver si nos da el préstamo, y somos nosotros los que vamos a su oficina…

El Gobierno va a Londres, Nueva York… A ser recibido por los directores de los bancos y fondos de inversión.

- Tal y como al banco le dan igual tus buenas palabras, pide un informe sobre tu solvencia, y te hace preguntas incómodas…

Los bancos y fondos piden un informe a las famosas agencias de rating (Standar&Poors, Moody’s…) sobre la solvencia de tu país, y le hacen preguntas incómodas al Ministro de Economía durante la reunión.

- Por mucho que trates de convencer a tu mujer de que las cosas van bien, con argumentos que a veces no te crees ni tú; y por supuesto sabes que el banco no tragará…

En esas reuniones el Gobierno se ciñe a los datos reales y contrastados, porque sabe que los directores que le examinan tienen muy buena información, y no se tragarán ninguna mentira.

Un ejemplo: A principios de semana, nuestra Ministra y el Secretario de Economía se desplazaron a Londres. Asistieron a una reunión con Barclays, Deutsche Bank, Goldman Sachs, y diversos fondos de inversión. Y trataron de convencerles para que compraran la deuda que España quería colocar en el mercado ayer.

La Ministra les habló del cambio en la Constitución que se va a hacer para poner un límite al gasto público. De cómo se estaban haciendo ahora las cosas bien. Que han flexibilizado el mercado laboral dejando que los contratos no se tengan que hacer fijos…

Es decir, que todo lo que aquí se nos dice que se hace a regañadientes por culpa de los "malvados mercados especuladores", allí se expone como algo que se realiza de buena ganam y con afán de hacer aún más cosas. Todo lo que haga falta para que "los mercados" -los que están allí delante de nuestros dirigentes- estén tranquilos.

Y como ya hemos dicho que esa gente -los mercados- no es tonta precisamente, y tiene buena información, pues hizo preguntas; en este caso al Secretario de Hacienda que acompañaba a la Ministra:

“¿Puede garantizarnos que la comunidades autónomas cumplirán con el objetivo del déficit?” (En cristiano: ¿está seguro de que no gastarán más de lo que ingresan?)

Momento de silencio. Tensión. “Eh… Bueno…”. El Secretario duda por un momento. Se le podría escapar la respuesta que suele decir en España: “¡Por supuesto!”. Pero amigo mío… Esto no es la política -como hemos dicho al principio-, es la economía. Y aquí te pillan de inmediato.

“Ejem…en fin… No, no puedo asegurárselo”

La Ministra salió de esa reunión diciendo a la prensa española: “Creo que los mercados se han convencido de la buena dirección de nuestra economía”. De nuevo volvió a la política, donde las opiniones son fáciles; y los datos no mandan.

Hoy hemos sabido que los mercados nos han comprado poca deuda. Que el Banco Central Europeo (de nuevo Alemania en nuestro auxilio, que es la que manda en ese Banco) tuvo que ponerse a comprarla como loco, para que no pareciera que nadie quería nuestra deuda y cundiese el pánico.

Economía. Sin engaños. Tú en la oficina del banco. Nuestros dirigentes en los mercados. Todos temblando.

jueves, 1 de septiembre de 2011

LA ECONOMÍA ESPAÑOLA: Un ministro, una tila y dos japoneses

Como venimos recalcando desde el principio, no es el momento para perdernos en fuegos artificiales. Es la hora de un análisis de urgencia de nuestra economía real, no la imaginaria, ni la electoral. Sólo así podremos saber dónde estamos; y adónde podemos ir, para salir del laberinto de la crisis.

¿Qué pasaría si por casualidades del destino tú salieses elegido Ministro de Economía?

Llegas a tu despacho, y sin perder un sólo instante, encargas un informe sobre la situación económica que tienes a tu cargo. Pero sencillito, de un solo folio. Aparece entonces, al cabo de pocas horas, un compungido funcionario del Ministerio, que te entrega el informe.

Te recuestas en tu cómodo sillón, de persona importante, y ves en primer lugar:

Crecimiento de la economía: 0,2% en el último trimestre.

Te llevas una primera sorpresa, porque ves ese número muy cerca del cero… Por tanto, te das cuenta de que la economía está estancada, y no crece. Y te preocupas, porque sabes que si no crecemos no creamos empleo, ni recaudará más dinero Hacienda por la creación de beneficios sobre los que aplicar los impuestos.

Te vas a la siguiente línea, que no deja lugar a dudas:

Empleo: Casi 5 millones de parados.

Reafirmas tu preocupación, y piensas: “¿Cómo voy a poder reducir ese paro si la economía no crece? Como mucho se quedará igual. Y contento estaré si consigo que no se destruya más empleo”.

Aprietas un botón y le dices a la amable voz que suena (claro, piensas, cómo no va a ser amable si soy Ministro) que te traiga un café.

Y sigues leyendo:

Consumo minorista: Ha bajado un 5,6% en los primeros 7 meses del año.

Traduces eso de “consumo minorista” al cristiano: tiendas, tiendas de ropa, alimentación,  peluquerías… Y como has visto durante los últimos meses que esos comercios no han parado de hacer rebajas, piensas entonces que el dato es un desastre, porque ni por esas la gente compra más.

Te dices entonces que si se consume menos, y las tiendas venden sólo con rebajas, pues perderán dinero y muchas de ellas cerrarán. Y te empieza a doler la cabeza.

Pero sigues adelante con tu lectura:

Hipotecas concedidas en junio: 32.680. Un 42% menos que el mismo mes en año anterior.

No estás muy puesto en datos, pero cuando ves la cifra de 32.680 te parece muy pequeña. Y ya con la rebaja del 42% te quedas temblando.

Y te preguntas: ¿Cómo es posible que no se den casi hipotecas? ¿Pero no era éste nuestro sector estrella hace pocos años?

Crecimiento medio del coste de las hipotecas este año: 600 euros al año.

Este dato te confirma en tu temor: es obvio que la gente no tiene dinero, porque no consumen, y si encima el coste de las hipotecas sube: ¿quién va a comprarse un piso?

Te cuestionas entonces que si los bancos dan tan pocas hipotecas, ¿qué hacen con el dinero? Porque no tiene sentido que si no prestan, y tienen el dinero parado, no bajen los intereses para intentar colocarlo... a menos que lo coloquen por otro lado...

Deuda española emitida este año: 125.000 millones de euros

Y entonces te enteras de la tremenda deuda del Estado. Ya todo está claro: los bancos destinan casi todo su dinero a comprar deuda estatal, que siempre es más seguro que prestarle a los particulares.

Seleccionas la calculadora en tu móvil de última generación, que te han dado nada más llegar. Pasas a pesetas la cantidad de la deuda emitida: 20.000.000.000.000, casi te desplomas. “¡Cómo no van a subir los intereses, si el Estado no para de pedir dinero!”

Pulsas de nuevo el botón para que te cambien el café por una tila…

Tratando de buscar algo positivo, te acuerdas de nuestras grandes empresas. Seguro que Telefónica, Santander, Acciona, etc. te darán una alegría. Buscas en el folio que tienes en las manos y ves que…

25 grandes empresas españolas cotizadas en bolsa han bajado este año su valor un 30%

En realidad no es una sorpresa: si en España no se consume, no se compran pisos, y fuera de España no están muy boyantes…¿Cómo van a estar nuestras empresas líderes?

¡Ya estás harto! Te levantas de tu cómodo butacón, y llamas al Secretario de Estado de Economía para que venga de inmediato a tu despacho. Llega al cabo de media hora.

En cuanto entra le preguntas enfadado por qué ha tardado tanto. Te dice que estaba con  un grupo de expertos estudiando si subir o no los impuestos a los ricos. Piensas entonces que tu informe no dice nada de eso… ¿Cómo es posible que se les haya pasado eso a los analistas?

Preguntas al Secretario de Estado cúanto conseguirá Hacienda con la subida. "600 millones de euros a lo sumo". Te acuerdas entonces de los 120.000 millones de deuda emitida este año, y abres la ventana de tu despacho, sin saber si es para tomar aire puro o tirar al Secretario de Estado por ella.

Y entonces le dices, levantando la voz: ¡Me puedes dar un solo dato bueno de nuestra economía!

Se te cae el folio con el enfado, y te das cuenta que por detrás hay escrita una última línea:

Ingresos por turismo este año: un 4% más.

Te vas del despacho, te vas del Ministerio. Y camino a casa en tu coche oficial, ves a dos japoneses haciéndose una foto delante de una fuente.

Te dan ganas de bajarte y hacerles tú la foto…

miércoles, 31 de agosto de 2011

¡QUE VIENEN LOS MERCADOS! Y tú buscando un traductor...

Desde hace ya mucho tiempo llevamos oyendo diversos males provenientes de “los mercados”. Parece una fatalidad que tenemos encima; como sobrevenida por el vudú que un brujo de mal agüero nos hubiese realizado.

Pero, ¿qué o quiénes son “los mercados”? ¿Por qué nos traen tantos males?

Esos "mercados" no son otra cosa que grandes bancos, fondos de inversión y -en definitiva- grandes prestamistas, que le compran a los distintos países su deuda. Por tanto, cuando un estado necesita dinero, acude a ellos a pedírselo. Y luego -claro- estos grandes prestamistas son tan "malos" que quieren cobrar sus intereses, y que les devuelvan su dinero.

¿A que eso ya te suena más? Vaya, te recuerda al banco al que estás pagando religiosamente la hipoteca, a la caja de ahorros que embargó a tu vecina que no podía ya pagar, al dueño de la tienda de zapatos al que cortaron el crédito…

Esos malvados mercados que continuamente están en boca de nuestros dirigentes, no son otra cosa que... ¡sus bancos! Y claro, cuando van a pedirles dinero, nos dicen que estan "colocando deuda". Y cuando esos bancos les reclaman lo que le deben, son "malvados especuladores".

En definitiva, estamos en el mismo barco, y tanto el Gobierno como nosotros, estamos con el agua al cuello. Tal vez la diferencia esté en cómo vemos nuestra situación... Y en como la comunicamos.

Nosotros somos conscientes de que hemos tenido el brazo más largo que la manga. Y sabemos que en el fondo somos responsables de haber caído en la red de los que nos prestaron alegremente: Ahora han pasado de amigos a verdugos.

Lo que no está tan claro es que los dirigentes quieran admitir -como hacemos nosotros- los errores cometidos. Y se usan palabras rimbombantes para despistar una responsabilidad que nos afecta profundamente a todos.

Tanto nosotros como nuestros dirigentes, ahora que es imposible negar nuestra mala situación -fruto de nuestros excesos-, tenemos dos opciones:

OPCIÓN A:

1) Llegar a casa con cara compungida y las lágrimas saltadas.

2) Cuando tu mujer/marido trata de consolarte, decirle que tenía razón, que fuiste un irresponsable pidiendo aquél préstamo para comprarte el Mercedes, y ampliar la casa de la playa.

3) Comentarle que estás desesperado porque ahora no ves la manera de evitar que te embarguen.

4) Decirle que sabes que eres un manirroto, pero que por favor se compadezca de ti y te deje algo de sus ahorros, porque si no el banco te embargará no ya el coche y la casa de la playa, que ya están embargados, sino hasta la casa familiar.

5) Y te vas llorando a tu cuarto esperando que ella se compadezca de ti.

OPCIÓN B:

1) Llegar a casa con cara de enfado y convocar a tu mujer/marido de modo urgente en el salón.

2) Decirle que hay una crisis generalizada en el vecindario. Que dicha situación ha afectado de manera colateral a tus finanzas, y que por tanto los mercados te están aplicando un incremento de las restricciones crediticias.

3) Comentarle que a pesar de tus esfuerzos, esa situación general provoca que los mercados no sean tan accesibles, y que se te han rebajado la calificación. Rebaja que contempla la posibilidad de una intervención de vuestras propiedades.

4) Comunicarle que ha llegado el momento de apretarse el cinturón, y que –como el problema es común- tendrá que realizar un mayor esfuerzo, además de entregarte parte de sus ahorros, para subsanar las nuevas condiciones de esos mercados.

5) Antes de irte le dices que para que se quede tranquila, has decidido escribir una nota diciéndole que a partir de ahora no gastarás más de lo que tienes. Y te marchas a reunirte con tus amigos. Ella se queda en casa; desesperada.

Obviamente, la opción B es la más fácil. Nos quita la responsabilidad y el remordimiento de haber hecho mal las cosas; de merecer lo que nos ha pasado, como actores de nuestra desgracia. Le echamos la culpa siempre a otro.

Ya dijimos ayer que cuando la economía se vuelve –o nos la vuelven- farragosa, puede ser porque el que nos la expone no tiene muy claras las cosas; o porque trata de liarnos. Y el ejercicio que se hace de lanzar multitud de términos raros, para evitar que la gente acabe dándose cuenta de la realidad, es descorazonador.

Tendríamos que usar un Traductor del Sentido Común ante las afirmaciones económicas de nuestros dirigentes. De esta manera podremos saber no sólo el estado de nuestra economía, sino descubrir la responsabilidad de cada uno.

Sigamos uno de los razonamientos políticos que se nos presentan estos días, usando después de cada frase nuestro Traductor:

Estamos ante una crisis general en los países desarrollados.

(Traducción) Nos hemos metido en una crisis brutal, y tratamos de consolarnos porque otros también están mal. ¿Consuelo?.

Eso ha llevado a unas restricciones del crédito para muchos países, entre ellos España.

Los bancos ya no nos quieren prestar a nosotros –España–, porque piensan que no seremos capaces de devolver lo que ya les debemos.

Provocado por políticas pasadas que ya no se pueden sostener

Esto se ha producido porque hemos despilfarrado el abundante dinero que nos llegó en los momentos buenos. Y ahora ya no tenemos dinero ni para pagar las pensiones, la sanidad...

Y ha provocado que el Estado tome medidas.

Nos van a subir los impuestos, también los del tabaco, gasolina, etc.

Para prevenir posibles movimientos de los mercados.

Para evitar que los que nos reclaman el dinero que les debemos, se pongan aún más nerviosos porque no hay manera de que les paguemos. Y tomen medidas más drásticas.

Que podrían llevar a la intervención de España.

Debido a la desastrosa gestión del dinero público que hemos hecho, puede ser que nos embarguen el país.

Y ahora nos seguimos preguntando: ¿Por qué no nos podemos enterar de la situación real de nuestra economía? ¿Por qué se usan conceptos abstractos cuando se quiere evitar el bochorno de una ruina que ya todos conocemos? ¿Dónde está la responsabilidad o co-responsabilidad no sólo en los éxitos, sino también en los fracasos?

Nosotros ya sabemos nuestra realidad personal. Y la asumimos. Hemos comprendido que sólo así saldremos adelante. Apoyándonos en nuestros errores. Y venciéndolos.

Queremos saber. Y actuar.

martes, 30 de agosto de 2011

LA ECONOMÍA SIN ENGAÑOS: Sin alfombra duelen los pies

Uno de los seguidores del blog me escribe para decirme que aquí se expone lo que en el fondo todos sabemos, pero de una manera más ordenada. Y estoy totalmente de acuerdo. Es más, creo que cuando la economía real se expone de modo farragoso, puede ser por dos motivos: el que la expone no acaba de entenderla, o trata de engañarnos o liarnos en el mejor de los casos.

Y es lo que está pasando hoy día en España. A veces nuestros líderes hablan de primas de riesgo, techos de deuda, diferencial de tipos… Y no se dan cuenta de que están tratando –consciente o inconscientemente- de liarnos.

En realidad puede que sea una estrategia para transmitir la idea de que lo que ocurre en la economía es algo muy complicado, que no depende de ellos; que no es fruto de sus aciertos o errores. Un ejemplo: si la economía va bien, nos dicen que se han creado 15.000 puestos de trabajo (comprensible); pero si va mal, nos comunican que el mercado laboral se está desestacionalizando (incomprensible).

Y como me piden ejemplificar -sin lenguaje políticamente correcto- lo que sucede en nuestra economía, me centro en tres hechos:

- Modificación de la Constitución para introducir un techo de deuda:

Es como si un alcohólico (España) va todos los días al bar (Banco Central Europeo) y se pide ocho cervezas. Paga 3 y deja a deber 5. Así que poco a poco va dejando acumulada una gran deuda en el bar.

Hasta que un día el dueño del bar (Alemania) se harta y le dice que ya está bien. A partir de ahora le van a servir sólo 3 cervezas, y que se vaya pensando el alcohólico (España) cómo pagarle todo lo que le debe.

Y el alcohólico (España), en un arranque de buena voluntad, va al dueño del bar (Alemania) con un papel firmado (Constitución) diciendo que no pedirá nunca más de 3 cervezas al día, que es lo que se puede permitir.

Y el dueño del bar (Alemania) agradece el gesto, pero sabe que por muchos papeles que firme, como quiera seguirse tomando 8 cervezas al día lo va a hacer. Pero menos da una piedra. Y se queda con el papel a la espera de que esta vez no le vuelva a engañar.

- El crecimiento de la economía española es del 0,2%, pero gracias al tirón del turismo:

Tienes una tienda de chucherías (la economía española), y como vendes muy poco en tu pueblo (España), pierdes un montón de dinero cada día (tienes un crecimiento negativo). Pero llega un mes y -de repente- el autobús de unos niños ingleses que pasaba por allí, se para delante de tu tienda. Se bajan y te compran un montón de chucherías (el consumo del turismo).

Y como estás ya harto de decirle a tu mujer Ángela (Merkel) que la tienda va fatal (los datos estadísticos que se publican), haces la caja del semestre justo cuando se van los niños ingleses (sumas el consumo del verano por turismo con lo anterior para que la media salga más alta).

Entonces esa noche llegas pronto a casa para darle una buena noticia a tu mujer (Merkel), porque sabes que mañana le tienes que pedir algo del dinero que ella tiene ahorrado para extraordinarios.

Con voz entusiasmada le dices: Ángela, este año hemos vendido... ¡Un 0,2% más que el año pasado! Ella te mira con cara de resignación viendo que le toca volver a darte parte de sus ahorros. Y tú piensas: menos mal que no le he dicho lo de los niños ingleses...

- El crédito no fluye en nuestra economía, y los intereses son altos:

Heredas una huerta (un negocio) que tienes que regar cada mes (pedir crédito) comprando agua a la empresa gestora del agua (los bancos). Pero al lado tuyo tienes a un terrateniente (el Estado) que tiene una macro-huerta 10.000 veces más grande que la tuya.

Lo malo es que el vecino (el Estado) cada vez consume más y más agua (gasto de las administraciones), porque la usa para llenar su piscina (gastos en infraestructuras innecesarias), refrescarse con agua pulverizada (coches oficiales, hoteles, restaurantes) y dársela bajo cuerda a sus primos que tienen otras huertas (corrupción).

Y lo que es todavía peor: el vecino tiene las conducciones del agua (cuentas del Estado) llenas de agujeros, por los que se filtra el agua (gastos sin declarar que “afloran” al final).

Pero a tu vecino (Estado) le da igual tanto gasto de agua (deuda), porque la empresa gestora (los bancos) le dan todo el agua que pide, ya que como es tan grande saben que al final acabarán cobrando. Además el terrateniente paga el agua (intereses) a lo que sea; y la empresa gestora (los bancos) aprovecha para poner el precio del agua por las nubes.

Y cuando te acercas tú a la empresa de aguas (los bancos) a fin de mes, va y te dice que no tiene ya mucha agua para darte (crédito), y que además está más cara. Y tú te enfadas y dices: “¿pero cómo es posible? Si apenas gasto agua, y ninguno de mis otros vecinos pequeños tampoco (las pymes)…”

Pero claro, sabes que o el de la macro-huerta (Estado) deja de malgastar el agua, o no hay nada que hacer. Aunque mucho te temes que a estas alturas ya está tan mal acostumbrado que no es capaz ni de cerrar los grifos…

En resumen: Que el sentido común nos dice que es lo mismo dirigir una familia que un Estado, sólo que este último es más grande. Y lo que viene bien a una familia le viene bien al Estado, y lo que le viene mal a la una le viene mal al otro.

Y también sabemos que tanto hablar de Constitución, subir impuestos a unos pocos ricos, o estar pendientes de encuestas electorales, no nos soluciona el problema.

Y por supuesto nos damos cuenta de que lo que nos va a tocar es gastar menos, trabajar más y no tener tantas vacaciones, ni fines de semana de dos días.

Los que nos explican otra cosa no nos dicen la verdad. Y los que sólo nos hablan de grandes conceptos e ideas abstractas nunca han trabajado en la huerta. Ni pisado la tierra. ¿Alfombras?
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